Sesión # 8 La Cultura Mexica (Parte 1)

 


Esperamos que hayas pasado un momento agradable en la sesión de nuestro taller, a continuación te dejamos las lecturas y el video que se proyecto con relación a la Cultura Mexica.


Video: Los Mexicas




Mitología Mexica

#1 PRINCIPALES DIOSES MEXICAS



Coatlicue: La importancia de esta deidad femenina queda de manifiesto al ser venerada como la madre de los dioses, pues sus hijos los Centzon Huitznáhuac, la diosa Coyolxauhqui y Hiutzilopochtli forman parte de uno de los mitos centrales en la cosmovisión mexica. La representación de la Coatlicue, deidad de los mexicas, cuenta con diversos elementos simbólicos, entre los que destacan plantas, cráneos, conchas, plumas y una falda con serpientes. La cabeza de esta deidad está formada por dos serpientes que se encuentran, símbolo de la dualidad: la vida y la muerte, lo femenino y lo masculino.

Huitzilopochtli: es el dios de la guerra, advocación solar y patrono de los mexicas. Bajo su tutela, este pueblo se convirtió en el más poderoso del ámbito mesoamericano durante el periodo Postclásico.  Era hijo de Coatlicue, hermano de Coyolxauhqui, la Luna, y de las estrellas, los Centzonhuitznahua, todos ellos dioses de inspiración mexica. Su sitio tan relevante en el Templo Mayor, da cuenta de la importancia que Huitzilopochtli representaba para los mexicas: la guerra y el tributo como parte del sustento económico.

Tlaloc: es uno de los dioses mexicas de la tierra, conocido por su facultad para dominar el agua y proveer el también llamado licor de la tierra que contribuía al crecimiento de los cultivos de maíz. Se le invoca para agradecer su intervención cuando las cosechas eran exitosas en aquellas épocas donde la sequía se apoderaba de los campos.

Quetzalcóatl, también conocido como "La Serpiente Emplumada”, Quetzalcóatl era uno de los dioses más importantes de las culturas mesoamericanas. Una mezcla de pájaro y serpiente, cuyo nombre es una combinación de las palabras en náhuatl “quetzal” que significa pájaro emplumado esmeralda, y “coatl” que significa serpiente. El origen de esta deidad se remonta a la cultura tolteca y representaba la dualidad entre la condición física del hombre, por su cuerpo de serpiente y su parte espiritual, por sus plumas.

Tezcatlipoca: fue el dios mexica de la noche y todas las cosas materiales. Llevaba consigo un espejo de cualidades mágicas, que emanaba humo y era capaz de matar al enemigo, aspecto por el que también era llamado dios del espejo humeante. Fue deidad de la región norte y, como señor del mundo y de las fuerzas naturales, era el oponente de Quetzalcóatl, relacionado con lo espiritual; juntos complementaban la dualidad antagónica con que la cosmogonía mexica explicó el mundo.


#2 MITO DE LA PEREGRINACIÓN



El relato de una larga peregrinación fue conservado por los mexicas como parte de su tradición y origen. Así fundaron la gran Tenochtitlan, en el lago de Texcoco, guiados por su dios Huitzilopochtli.

Los mexicas habían salido de una isla llamada Aztlán, por cuyo nombre originario era aztecas, situada probablemente en algún lugar remoto al norte de Tenochtitlan. Este hecho está documentado, en especial en el códice conocido como la Tira de la Peregrinación, que es una tira de papel de maguey que representa el viaje del pueblo desde su salida de Aztlán. Los historiadores consideran que alrededor de los años 1150 y 1300 los mexicas peregrinaron por diversos lugares hasta asentarse en los lagos del Valle de México.

La mayor parte de las fuentes históricas señalan que la fundación de México-Tenochtitlan ocurrió en el año 1325. Esta fecha corresponde a la que declararon los propios indígenas en los años siguientes a la Caída de Tenochtitlan. Los estudios arqueo astronómicos indican que en ese año también ocurrió un eclipse solar, suceso astronómico que pudo ser tomado por los mexicas como un marcador mítico que pudiera legitimar la supuesta relación entre los toltecas y los tenochcas.

Huitzilopochtli dijo a su pueblo que fuera hacia nuevas tierras, también les ordenó que dejaran de llamarse aztecas porque a partir de ese momento serían llamados mexicas, así es recreado en el Códice Aubin y el Códice Durán.

La Tira de la Peregrinación señala que Aztlán estaba ubicado en una isla donde había seis calpullis (clan formado por un conjunto de familias) y un gran templo, probablemente dedicado a Mixcóatl, después que los mexicas llegaron a Teoculhuacan en el año 1-pedernal, partieron ocho calpullis encabezados por cuatro teomamaque (cargadores de los dioses); uno de ellos, identificado como Tezcacóatl, quien “cargaba” a Huitzilopochtli.

Según el mito, Huitzilopochtli ordenó que fundaran la ciudad donde estuviera "un águila parada sobre un nopal devorando una serpiente". Siguiendo este designio, los mexicas deambularon por varios lugares, siempre en busca de la señal.De acuerdo con la Tira de la Peregrinación, la gente de Cuitláhuac se separó del resto de los calpullis.

Más tarde, los mexicas llegaron al Valle de México y pasaron por varios pueblos, hasta que se asentaron en territorio de los tepanecas de Azcapotzalco, a quienes les sirvieron como guerreros mercenarios.

Finalmente, encontraron el sitio señalado por Huitzilopochtli en un islote del lago de Texcoco.


#3 MICTLANTECUHTLI, EL DIOS MEXICA DE LA MUERTE



La vida no puede existir sin la muerte. La vida no puede existir sin la muerte, por eso estoy aquí. Mi nombre es Mictlantecuhtli y dentro de la mitología mexica soy el señor de la oscuridad. En mi reino, llamado el Mictlán, acojo a todos los humanos que mueren de forma natural.

Fui creado por los dioses Huitzilopochtli y Quetzalcóatl en el Omeyocan, un lugar equivalente al cielo. Ellos pensaron que, para valorar la vida, había que crear al dios de la muerte. ¿Cómo se puede amar la luz sin conocer la sombra? Por eso, sólo por eso estoy aquí.

Mi nombre se pronuncia en náhuatl. Está compuesto por dos palabras: Mictlán, mansión de los muertos y Tecutli, señor. Y se traduce como “el señor de la mansión de los muertos”.

Soy quien rige sobre la muerte de los seres humanos, pero a su vez soy dador de vida. ¿Por qué? Un día Quetzalcóatl bajó al inframundo y depositó su semen sobre unos huesos molidos que dieron vida al hombre.

Desde entonces custodio esos restos y todos me relacionan con la semilla de la vida. En algunos códices fui representado precediendo nacimiento y decepción. Algunos antropólogos lo han planteado como la vida y la muerte en una unidad.

En Mesoamérica, un territorio que fue tan inmerso, hubo varios dialectos. Por eso fui nombrado de diferentes formas, entre ellas: Ixtupec, que significa rostro quebrado; Sextepehua, esparcidor de cenizas y Tzontemoc, el que baja de cabeza.

¿Cómo es esto de bajar la cabeza? El Mictlán se encuentra debajo de la tierra y para accederlo las personas tienen que desplazarse hacia abajo y la forma más rápida es arrojarse de cabeza.

Cuando los españoles llegaron a nuestra tierra aparecieron misioneros que tradujeron al Mictlán como infierno y mi nombre como el diablo. Sólo podían imaginarse el mundo a través de su religión, pero éste fue su gran error.

El Mictlán no es un lugar de tinieblas, ni un lugar de castigo, simplemente es la morada de los muertos, de los descarnados. Incluso, cuando el Sol desaparece en el horizonte se dirige a mi hogar y es cuando los muertos se levantan de su sueño.

Les cuento que mi reino tiene nueve niveles. Las almas tenían que pasar por cada uno hasta llegar al último nivel, pero ustedes no lo sabrán hasta que llegue su día.

Los niveles son:

1.- Apanoayan: Todos los fallecidos deben acceder por un río donde se encuentra un perro y los ayuda a pasar nadando a cuestas.

2.- Tepeme Monamictia: Lugar donde se encuentran dos montañas que chocan siempre una contra la otra.

3.- Iztepetl: Significa cerro de obsidiana y como su nombre lo dice es un cerro erizado de cuchillos de pedernal.

4.- Cehuecayan: Lugar donde hiela, se trata de otro lugar que deben pasar las almas.

5.- Itzehecáyan: Sitio donde sopla el viento de obsidiana; es decir, que corta como cuchillo de pedernal.

6.- Teocoylehualoyan: Espacio donde aparece un jaguar y devora el corazón del difunto.

7.- Apanhuiayo: Es un lago de agua negra donde se encuentra una lagartija llamada Xochitonal e intenta detener el paso del difunto.

8.- Chiconauapan: Este es el último sitio para llegar al Mictlán. El fallecido llega a la orilla de un río.

9.- Por último, el alma ingresa a su destino: el Mictlán, donde está mi dulce hogar.

Pero ojo, no todos vendrán conmigo. Los grandes guerreros mexicas y las mujeres fallecidas en el parto se dirigen hacia la morada del Sol, todos los días lo acompañan hasta el mediodía. Después de cuatro años se convierten en colibríes y pueden bajar a la tierra para alimentarse del néctar de las flores.

Quienes fallecen ahogados o por un rayo van al Tlalocan, un lugar de delicias con un jardín verde repleto de flores, donde reina el dios Tláloc.

Los bebés que nacen muertos o que no han probado alimento sólido se dirigen al Chichihuacuauhco, un sitio con un árbol nodriza lleno de frutos en forma de mamas, donde los pequeños toman leche.

Finalmente, les recuerdo que la muerte llega a todas partes cuando menos la esperan. La vida pasa como una sombra rápida. Todos aquellos que fallecen de muerte natural llegarán a mi hogar, no importa si son hombres o mujeres, ni su clase social. A todos los recibiré. Nos vemos pronto.


#4 LA LEYENDA DE LOS HOMBRES ÁRBOL



Según la mitología mexica, los amoxoaques castigaban a los que mataban árboles convirtiéndolos en árboles.

Los amoxoaques son hombres y mujeres árbol que fungen como guardianes de los bosques.

Aunado a las distintas deidades en las que creían los aztecas, existían otros personajes extraños dentro de su mitología. Tal es el caso de los nahuales, aquellos chamanes que tenían la capacidad de convertirse en animales. Otra criatura en la que creían los indígenas eran los amoxoaques, un término náhuatl que quiere decir "los que tienen los libros".

Según la leyenda prehispánica, estos seres eran conocidos como hombres y mujeres árbol, que habitaban los bosques y selvas del territorio mexicano para proteger a toda la naturaleza que adornaba estos maravillosos parajes.

De acuerdo con varias crónicas, los mexicas creían que los amoxoaques eran sobreprotectores con su tierra, razón por la cual se encargaban de castigar a quienes la dañaran. Si algún hombre cortaba un árbol, estas criaturas lo convertían en árbol. Así, lograban infundir miedo entre la comunidad y comunicar el destino que esperaba a los destructores.

La leyenda también cuenta que su apariencia era como la de un auténtico árbol, de esos altos y grandes que suelen caracterizar al suelo mexicano. Esto se debe a que los amoxoaques dejaron a un lado su forma humana cuando surgieron del árbol de la vida llamado Tonacacíhuatl, cuando este se rompió en la ciudad de Tamoanchan.

Se dice que este pueblo se encontraba arriba del lugar donde se inventó el pulque, un sitio exclusivo para los llamados dioses del panteón azteca. Cabe mencionar, que los amoxoaques no cobran vida hasta que eran testigos de algún acto ofensivo para con la naturaleza.

Otra leyenda asegura que los hombres árbol vivían en paz en la época del cuarto sol, reino que corrió a cargo de Quetzalcóatl. Sin embargo, cuando Tezcatlipoca envió un diluvio intenso a la Tierra (que duró 52 años), casi todos los amoxoaques murieron.

Ahora solo quedan pocos, alrededor de los bosques de México, cuidando que nadie les haga daño y castigando a quienes lo hacen. Se esconden entre las plantas, como centinelas que velan por la conservación de la madre tierra, una tierra que fue venerada y querida por nuestros antepasados. Quizás esta leyenda sirva como aliciente para cuidar nuestro rico suelo.



#5 AHUÍZOTL, EL TERRIBLE MONSTRUO QUE AHOGABA A LOS ELEGIDOS POR TLÁLOC



El Ahuíztol, que comúnmente es emparentado con la nutria o el perro de agua, es terrible monstruo de la mitología mexica. De acuerdo con las narraciones, era del tamaño de de un coyote y se asemejaba a éste, sin embargo, poseía características únicas. El Ahuízotl tenía un pelo gris y resbaladizo, pero que fuera del agua se volvía duro y puntiagudo, asimismo tenía manos y pies de mono.

El monstruo servía a las divinidades acuáticas, por lo que se desplazaba de un lado a otro a través del agua y podía aparecer en las charcas o cuerpos de agua. No era posible advertir cuando el Ahuízotl iba a parecer, sin embargo, podía causar remolinos que arrojaban ranas y peces fuera del agua. La principal forma de ataque de la bestia era su cola, la cual poseía un mano con la que arrastraba a la víctima hasta el fondo del agua.

 

Sin embargo, había una racionalidad moral en los ataques del Ahuízotl, ya que éste no mataba al azar. En realidad, las víctimas eran escogidas por las divinidades acuáticas, quienes fijaban su interés en ciertas almas mortales y ordenaban su sacrificio.

 

Se dice que el Ahuízotl atraía a sus víctimas llorando desconsoladamente como un bebé o imitando el movimiento de los peces para atraer a los pescadores, luego de lo cual atacaba. Las víctimas de la bestia se diferenciaban de los simples ahogados porque su cuerpo era hallado tres días después. En muchas ocasiones carecían de ojos, uñas y dientes, pues el monstruo se los arrancaba antes de liberar sus restos mortales. A los cuerpos de las víctimas se les honraba especialmente, pues se consideraban elegidos de Tláloc y Chalchitlicue, y residentes del Tlalocan.



#6 400 CONEJOS



En el México antiguo existían los espíritus del alcohol llamados Centzon totochtin, en español los 400 conejos, hijos de la deidad del maguey Mayahuel, cada uno con su propia personalidad y dependiendo del comportamiento de quien tomaba sería del conejo que lo dominara.

El maguey fue una planta muy venerada en tiempos prehispánicos debido al aguamiel que guarda en su centro el cual es rico en nutrientes y que al fermentarse produce lo que conocemos como pulque. En la mitología a esta planta se le concebía como la diosa Mayahuel y a quien se le adjudica haber descubierto la manera de raspar y succionar el maguey para obtener el sagrado líquido

 

La leyenda de Mayahuel, deidad creadora del maguey

 

De Mayahuel nacieron los 400 conejos a quienes alimenta con sus 400 pechos, símbolos de la fertilidad, sus hijos representaban un nivel de fermentación y estado de embriaguez diferente. Así podía aparecer el conejo melancólico, el triste o el cantador, entre una infinidad de estados que el octli podría inducir.

 

En tiempos prehispánicos a esta bebida en náhuatl se le llamaba Octli; sin embargo, el término Pulque lo introdujeron los españoles de un vocablo de las islas del Atlántico que significa “podrido” aludiendo al proceso de fermentación.

 

Los mexicas sabían que para obtener este sagrado alimento se debía sacrificar la vida del maguey, por lo que el aguamiel se relacionaba con otros líquidos sagrados como la sangre, el semen, la leche materna y el agua.

 

Pictóricamente el pulque fue representado por los mesoamericanos en jarras y jícaras, con espuma en el borde y algunas veces con un símbolo lunar.

 

Los conejos, el pulque y las fases de la luna

 

Al conejo, los mexicas lo consideraban un pequeño animalito muy desinhibido y prolífico sexualmente, características que al embriagarse con el pulque las personas adquieren.

 

Vieron su figura plasmada en la luna. Sin embargo, conocían que el influjo del astro sobre el líquido vital del agua contenida en toda la vida del planeta era poderoso.

 

Así que en base a esto relacionaban las fases de la luna para saber el momento exacto para extraer el aguamiel, conocimiento que aún hoy se sigue tomando en cuenta para el cultivo del maguey y la producción del pulque.

 

En Mesoamérica se representó a la Luna como una inmensa olla llena de pulque la cual a medida que pasan los días, va derramando su líquido sobre la tierra fertilizándola y a veces tenía un conejo o un cuchillo de pedernal dentro.

 

Por lo tanto, Meztli (Luna en náhuatl) se convirtió en la regente de estas deidades y los sacerdotes que representaban a estos sagrados conejos en las ceremonias eran investidos con el símbolo por excelencia del astro: la yacametztli (nariguera lunar).

 

Algunos de estos conejos tenían su nombre como Tepoztécatl, Cuatlapanqui, Tilhua, Papaztactzocaca que se le consideraba los creadores del arte de hacer el pulque como ahora lo conocemos y que según crónicas precolombinas ocurrió en el monte llamado Chichinahuia Popoznaltépetl, ubicado en la Huasteca.

 

Otro conocido de los 400 conejos era Pantécatl, a quien se le relacionaba muy cercano a Mayahuel, incluso se dice que era su esposo, y se le reconocía el haber descubierto cierta raíz con la que se fermentaba el aguamiel.

 

Ome Tochtli, era otro nombre destacado, los sacerdotes que precedían sus fiestas eran llamados así. También parecen en los códices y en las fuentes escritas son, Tezcatzóncatl, Tlacolteotl, Yauhtécatl, Izquitécatl, Pahtécatl y otros más.

 

Las varias y singulares formas que tenían los hombres de embriagarse eran atribuidas a los muchos dioses del pulque que según se creía poseían a los ebrios:

 

“Cuando algunos se embriagan, uno llora mucho, y alguno riñe con la gente, grita a la gente. De quien grita a la gente o llora, se dice: ‘Es como su conejo’”. según dicen los escritos de Sahagún.

 

A los dioses del pulque y les dedicaban una ceremonia cada 260 días para honrarlos. El nombre del octavo día del ciclo ritual del calendario mexica era “conejo”, cuya patrona era Mayahuel, diosa del maguey o “planta centenaria”.

 

El calendario mexica se basaba en la rotación de los números 1 al 13 y constaba de 20 signos para los días. Cada uno de estos con su propia deidad en particular, que ejercía una influencia decisiva sobre a los nacidos en su día a lo largo de la vida, por lo que se creía que quien nacía en un día tochtli (conejo) sería borracho toda su vida, pues era su destino.

 

En el día a Ometochtli se realizaba la fiesta más importante del pulque en la que todos podían beber, incluidos los ciudadanos comunes (macehuales), pues en la época prehispánica estaba prohibido embriagarse, o sea, tomar más de cinco jícaras de pulque.

 

Asimismo, en esta fecha estaba prohibido insultar a los borrachos, ya que se podía afectar a la deidad del pulque que los poseía; por lo tanto, las transgresiones de las personas ebrias eran a menudo perdonadas, ya que se consideraba que los culpables no eran dueños de sus actos en estos momentos.

 

En otro tipo de celebraciones el sagrado octli sólo era bebido por sacerdotes y gobernantes, así como por los guerreros, quienes podían tomar la bebida antes de entrar a la guerra, sobre todo en la guerra florida, en la cual era un honor morir.

 

Igualmente, a los cautivos destinados al sacrificio se les daba de beber un pulque especial que se combinaba con hierbas que solo conocían los sacerdotes, llamado teoctli o pulque de los dioses. En ese momento el sacrificado era una divinidad.

 

En la fiesta al dios del pulque colocaban su imagen en el templo, le ponían ofrendas de comida, danzaban para él y le tocaban música de flauta. Asimismo, en el centro del patio se encontraba una gran tinaja, la ometochtecómatl, llena de pulque de la cual podían beber los ancianos, las ancianas y los guerreros hasta hartarse, utilizando un popote para succionar el líquido, debido a que estas personas eran susceptibles a morir en cualquier momento.

 

Los Centzon totochtin también eran invitados en otras fiestas de las veintenas, específicamente en las de siembra y cosecha, en las que se ofrendaba el licor sagrado y en las que, también, se permitía beberlo a todo el pueblo.

 

Sin embargo, en los días comunes los borrachos sufrían una reprobación social e incluso algunas leyes que los castigaban con apedreamiento.

 

Recordemos que otro mito del descubrimiento de esta bebida se remonta a la mítica Tollan (hoy Tula de Allende, en Hidalgo), cuando Quetzalcóatl fue engañado por su hermano Tezcatlipoca para que lo bebiera y se volcara en placeres carnales, lo que le produciría gran vergüenza al sacerdote y lo hiciera partir de su tierra que gobernó con tanta sabiduría y prosperidad.

 


#7 LA LEYENDA DEL CONEJO EN LA LUNA



El conejo fue un animal sagrado para los mexicas, relacionado a la nobleza, la fertilidad, la luna y el pulque. Como nosotros, a diario veían; su figura en la luna plasmada por los mismos dioses, según la leyenda.

Quetzalcóatl, el dios grande y bueno, se fue a viajar una vez por el mundo con figura de hombre. Como había caminado todo un día, a la caída de la tarde se sintió fatigado y con hambre. Pero todavía siguió caminando, hasta que las estrellas comenzaron a brillar y la luna se asomó a la ventana de los cielos. Entonces se sentó a la orilla del camino, para descansar, cuando vio a un conejito que había salido a cenar.


- ¿Qué estás comiendo?, – le preguntó.

 

-Estoy comiendo zacate. ¿Quieres un poco?

 

-Gracias, pero yo no como zacate.

 

- ¿Qué vas a hacer entonces?

 

-Morirme tal vez de hambre y de sed.

 

El conejito se acercó a Quetzalcóatl y le dijo:

 

-Mira, yo no soy más que un conejito, pero si tienes hambre, cómeme, estoy aquí.

 

Entonces el dios acarició al conejito y le dijo:

 

– Me emocionan tus palabras – le dijo acariciándole la cabeza con suavidad – A partir de hoy, siempre serás recordado. Te lo mereces por ser tan bueno.

 

Y lo levantó alto, muy alto, hasta la luna, donde quedó estampada la figura del conejo.

 

Después, el dios lo bajó a la tierra y le dijo:

 

-Ahí tienes tu retrato en luz, para todos los hombres y para todos los tiempos.















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