Sesión #12 La Cultura Inca
Esperamos que hayas pasado un momento agradable en la sesión de nuestro taller, a continuación te dejamos las lecturas y el video que se proyecto con relación a la Cultura Inca.
Leyendas Incas
#1 PITUSIRA
Cuentan que en los tiempos del
famoso Imperio de los Incas existía en la ciudad de Calca, que antes se llamaba
Callea, un señor altivo, orgulloso y noble; este hombre se hacía llamar Orcco
Huaranca, y su fama de conquistador y guerrero era conocida por toda la
comarca.
Un día, después de sus
acostumbradas correrías, trajo consigo a una niña, fruto de unos amores que él
había ocultado. Llamó a la niña Pitusira. Pasaron los años y Pitusira se
transformó en una hermosa doncella; era la diosa de Orcco Huaranca, quien la
hacía cuidar con cien doncellas y resguardar con quinientos guerreros.
Sahuasiray y Ritisiray se
habían enamorado de la bella Pitusira. Ambos rivales un día se presentaron ante
Orcco Huaranca solicitando la mano de Pitusira. Entonces el gran cacique les
dijo: «Concederé la mano de la bella Pitusira a quien de vosotros haga llegar
el agua hasta mi propiedad».
Ritisiray había conquistado el
corazón de Pitusira; pero ambos tuvieron que llevar a cabo su audaz empresa.
Sahuasiray construyó una
represa en una alta montaña, en donde había una laguna (esta represa hasta
ahora existe, siendo una maravillosa obra de ingeniería). Ritisiray hizo llegar
el agua por las faldas de una montaña que por su forma la llaman Corazón.
Sahuasiray salió triunfando, al lograr traer el agua desde las alturas hasta
las tierras de Orcco Huaranca.
Pitusira se casó con el
orgulloso Sahuasiray. Ritisiray asistió a la boda con el corazón destrozado, y
en su cerebro imaginaba horrorosos pensamientos. Una noche tempestuosa, en que la
furia de los truenos azotaba Callea, Pitusira huyó a las alturas en busca de su
amado; luego de encontrarse, subieron muy arriba, a la cordillera; pero Dios
quiso castigarlos y convirtió a Pitusira en un monolito de piedra junto con su
amado Ritisiray. Desde entonces es que ese cerro permanece siempre nevado y
siempre frío.
#2 EL CERRO ENCANTANDO
A unos siete kilómetros de
Huanta, bajo el cielo límpido, se levanta un inmenso cerro que históricamente
llamaron Amaru. Bajo él se desliza un río no muy caudaloso, que por contener
cloruro de sodio fue denominado Cachi; en castellano, «sal».
Los antiguos moradores de los
pueblecillos afirman que aquel cerro está encantado, que en él crece
indefinidamente una planta muy estimada en la alimentación: el ají, que emplea
el hombre como condimento. Se dice que crece sin que mano humana lo cultive y
se multiplica más y más y que aun forma una especie de bosque, inspirando por
lo tanto la curiosidad de la gente de los alrededores.
Dícese también que habita en
aquel lugar un toro de oro resplandeciente, que todas las noches baja a beber
agua del río, por un caminito plateado que se abre a su paso y se cierra
después; y que a las doce de la noche canta un gallo su quiquiriquí. En el río
vive una ninfa hermosa, de las que se llaman «sirenas» las leyendas, que
gallarda y cautelosa cuida de su corriente, impidiendo que el toro la agote.
La curiosidad y el deseo de
llegar a capturar al toro de oro y coger el ají silvestre es mucha; los hombres
viven en un afán constante de llegar a la cúspide del cerro; pero les es
imposible, puesto que antes de llegar a la cúspide caen, si no muertos,
enfermos del mal llamado «alcanzo», enfermedad muy fuerte, con síntomas graves
y vómitos de sangre, que mata a todo ser viviente.
#3 EL SAPO DE PIEDRA
En un pueblecito de Pasco
habitaba cierta anciana que cosechaba las mejores y más grandes papas de la
población.
Era en época de la cosecha y
la vieja estaba muy contenta, porque sabía que era la única que iba a obtener
mayor cantidad de papas. La cosecha del primer día la tenía almacenada en un
rincón de la casa, en su chacra.
Entonces, sin que ella lo
esperara ni soñara, y aprovechando de la luz de la Luna, un sapo enorme y
atrevido fue donde estaban arrinconadas las deliciosas papas. Escogió la mejor
que había, una muy grande y arenosa, y se puso en seguida a comerla.
Cuando el sapo había comido ya
más o menos la mitad de la papa, la vieja, que estaba durmiendo, se despertó, y
levantándose fue a ver lo que ocurría. Al divisar que alguien arruinaba sus
papas, se acercó, y al ver de lo que se trataba, como era medio bruja, le echó
al sapo una maldición, diciéndole que se convirtiera en una piedra. Acto
seguido, se escuchó un estruendo feroz, desencadenando una terrible tempestad
de viento, que arrancaba los árboles de sus raíces, y en general causaba mil
estragos.
Uno de esos vientos se llevó
consigo al pobre sapo, quien fue volando primero muchos kilómetros, hasta que
se quedó colgado en lo más alto de una inmensa peña. Cuando después se vio al
sapo, se constató que en realidad se había convertido en piedra; pues hasta hoy
se lo puede ver en ese lugar.
#4 UNA CIUDAD DE ENANOS
Cuentan que una señora de
Patazca, en época de hambruna, salió en busca de alimentos para sus hijos. Fue
por un camino muy largo hasta que llegó a un peñasco; ese peñasco tenía una
boca en forma de cueva; la señora penetró en ella, y dicen que era como un
túnel; siguió por el túnel y al terminarlo se encontró con una ciudad muy
grande y hermosa que era habitada por unos hombrecitos de sesenta a setenta
centímetros de altura.
Entonces la señora al ver esto
se impresionó mucho; y todos los hombrecitos salieron a su encuentro y la
recibieron con gran alegría y cariño; y dijeron a la señora que llevara a toda
su familia, que allí no les faltaría nada, que tendrían abundante comida.
Vio cómo hacían la siembra;
con gran cuidado araban los surcos y, en vez de bueyes, tenían un par de
carneros que les servían para arar la tierra.
La señora salió de esa ciudad con el propósito de regresar con todos sus hijos y toda su familia. Al llegar la señora a su casa con los alimentos que llevaba, contó lo sucedido a sus hijos y a todas sus amistades. Todos los que oyeron la noticia se dirigieron a la ciudad de los enanos; pero al ver que tanta gente de ese pueblo desaparecía por el túnel, taparon la boca del peñasco. Y no se supo más de las personas que penetraron en ese túnel.
#5 LA LAGUNA DE LEON COCHA
Esta laguna queda en la
provincia de Yauyos, y dice la leyenda que es un lugar encantado. La laguna
está rodeada de inmensos cerros, está encajonada, tiene una profundidad enorme
y por la cumbre de una de las montañas pasa un camino, el cual conduce a una
aldea pequeña; pasando por este camino yo he apreciado lo imponente de este
paisaje.
Desde el punto más alto de las
montañas, se puede ver una laguna como he visto pocas, de un color negro
oscuro; me pareció que así debería ser un alma mala. En el fondo, y en medio,
se hace un remolino inmenso; a un costado hay una enorme piedra, tan lisa, que
parece haber sido toda pulida; pero tiene algo muy curioso, y es la huella de
la pata de un gigantesco león; es tan clara la huella, que aún viéndola desde
lejos no puede ser confundida.
Y dice la leyenda que, en
tiempos lejanos, esos cerros eran de oro y que era un hermoso valle; pero que
la codicia de los españoles hizo que se convirtieran en unos cerros áridos
donde no crece ni la menor plantita, donde ni un ave se posa en sus elevadas
cumbres, donde hasta el hombre mismo sufre pasando esas regiones.
Dicen, además, que sale un
enorme león del remolino de la laguna, y que se pone a rugir, y luego
desaparece. Hace años dos mozos viajaban de Pachangara a Cajatambo, arreando un
burro en el cual llevaban sus cargas. Serían más o menos las doce del día,
cuando se acercaron a calmar su sed en la laguna de Lacshacocha, pero grande
fue su sorpresa al encontrar allí a una bella joven que se lavaba los pies.
Los mozos se aproximaron a
contemplar la belleza de la joven, y como ella no se diera cuenta, resolvieron
tocarla... pero ambos, al momento, se convirtieron en piedras. Los parientes de
los jóvenes salieron a buscarlos, y solo encontraron al burro con la carga
junto a dos piedras grandes, al borde de la laguna de Lacshacocha.
#6 LA BARQUITA MISTERIOSA
En el departamento de Piura,
como sabemos, se encuentra Cabo Blanco. Dicen que en este sitio ocurrió un caso
que hasta ahora se recuerda con mucho temor. Pues cuentan que gentes que se
dedicaban a la pesca en las noches iban en su bote a pescar cerca de Cabo
Blanco, pero no volvían nunca más; solo su barca era devuelta por las olas a la
orilla, pero sin la menor seña de algún pobre pescador; desaparecían
misteriosamente, como por encanto.
Y cuentan que todas las noches
aparecía un barquito luminoso a pasearse y navegar; y luego desapa recían en la
inmensidad de las aguas. En Semana Santa era cuando los dedicados a la pesca
sentían un impulso de irse muy adentro del mar a pescar pero no se volvía a
saber nada de ellos.
La esposa de un pescador
estaba cierta vez triste y desesperada por la tardanza de su esposo, cuando
sintió un inmenso calor en todo el cuerpo y el reflejo tan grande de la luz de
aquel barquito; y luego ella quiso huir hacia su humilde hogar, pero quedó
petrificada y una voz débil le dijo: «No habrá más aflicciones para este sitio,
pero pido que mañana, que es día de San Juan, arrojen al mar a un niño sin
bautizar, a las doce de la noche, o si no, los hombres que fueron a pescar
desaparecerán».
La mujer palideció y prometió
hacer lo convenido; la barca desapareció rápidamente. Para esto, todas las
mujeres comentaban sobre la voz que había salido de la barca. Y una mujer,
haciendo el más grande de los sacrificios, tomó a su hijita en sus brazos; la
niña estaba moribunda, desahuciada por los médicos; y con gran pena arrojó a la
criatura al mar.
Y una luz hizo estremecer a la
mujer: era la explosión de aquella barca que según dicen era de un pirata que
estaba condenado y que quiso salvarse haciendo desaparecer a muchos hombres;
pero solo un niño sin pecado podía salvarlo;2 y es por eso que desapareció para
siempre aquella inmensa pena e inquietud de los pescadores, con el sacrificio
de la criatura moribunda.
Sin embargo, aún hoy, con
mucha timidez, van cerca de ese sitio, para ver si sale la barquita mágica,
pero la barquita no se asoma. Y dicen que solo para Semana Santa sale a las
doce de la noche y da terror.
#7 EL CERRO HUECO
Cerca de las ruinas de
Yucahuasi hay un pueblo, que queda más o menos a diez kilómetros de Cañete; en
este lugar hay muchas ruinas que pertenecen al tiempo de los incas. En este
pueblo hay un cerro que tiene una abertura muy grande y profunda, por lo cual le
llaman cerro Hueco.
Cuentan los habitantes del
lugar que después del terremoto del año 1904, durante el gobierno de don José
Pardo, apareció en el cerro Hueco un faisán. Después del terremoto, muchas
personas habían perdido a sus familiares, entre ellas un señor que se había
quedado solo.
Como un entretenimiento, este
señor cazó al faisán y se lo llevó para tenerlo bajo su cuidado. Cierta vez se
olvidó de darle la comida, y el faisán desapareció; el señor fue en su busca y
después de varios días lo volvió a encontrar, y lo criaba con más cuidado.
Después de muchos años, un día
que el señor descuidó al faisán, este desapareció de nuevo; y por más que el
señor lo buscó, no lo volvió a encontrar; solo halló una de las maravillosas
plumas que el pájaro le dejó en el cerro Hueco.
Los habitantes del valle creen
que este animal, tan hermoso, había sido mandado por Dios para que sirviera de
compañía a aquel señor que había perdido a toda su familia en el terremoto.
#8 EL POZO DE LA CALZADA
Cerca de Cerro Azul, en el
camino a San Luis, hay un sitio llamado la Calzada. Por un cerro próximo corre
una acequiecita. Respecto al origen de esta acequia, se dice que un inglés,
apellidado Renycke, hombre muy rico, llegó a pasearse a Cañete; y se estableció
en San Luis.
De allí se iba a pasear a
estos lugares. Entonces todavía no se había fundado el pueblo de Cerro Azul. Y
vio que aquellas tierras muertas podrían producir mucho, pero hacía falta agua
para regarlas. Dícese que vendió su alma al diablo a cambio de que se
presentará un pozo de agua en el cerro para poder regar las tierras. Así se
cumplió el pacto: apareció este pozo; y el señor inglés al poco tiempo murió; y
cuando lo velaban, apareció un perro que tenía los ojos como dos fuegos; y se
apagaron las luces.
Algunos acompañantes se desmayaron. Cuando
prendieron las luces, y volvieron en sí, no encontraron el cuerpo. El diablo
cumplió su palabra y se llevó al señor inglés. Pero hasta la actualidad baja el
agua del cerro.
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