Sesión #5 La Cultura Zapoteca

 


Esperamos que hayas pasado un momento agradable en la sesión de nuestro taller, a continuación te dejamos las lecturas y el video que se proyecto con relación a la Cultura Zapoteca.


Video: Los Zapotecas





Mitología Zapoteca

#1 ZAPOTE



El Zapote es la fruta que salvo a los Zapotecas y les permitió crear su grandiosa civilización y cultura, este mito nos cuenta que alrededor de 400.000 hombres habían sido abandonados por los dioses a su suerte y se encontraban vagando en busca de alimentos y sustentos, a medida que pasaba el tiempo, algunos de estos hombres sucumbían ante el sol incesante y la falta de alimentos, continuando su travesía llegaron a la cima de un cerro poblada de árboles que se encontraban repletos de un fruto jamás antes vistos por estas personas.

A pesar de lo hambrientos que se encontraban, no comían el fruto de esos árboles porque para ellos eran desconocidos y no querían morir producto de un envenenamiento, preferían seguir buscando sustentos por su propia cuenta, pero más y más personas seguían sucumbiendo.

No fue hasta que una diosa se apiado y apareció ante los ojos de los Zapotecas, quienes de inmediato le pidieron a la diosa que los ayudara a salir de ese sufrimiento, fue así como ella les prometió el sustento que tanto necesitaban y les dijo que podían comer los frutos de los árboles y que de ellos encontrarían todo lo que necesitaban para seguir adelante.

Los hombres que quedaban se salvaron gracias a la diosa Zapotlatlenan y pudieron prosperar y construir esta fascinante cultura, por este motivo decidieron llamar al extraño fruto de aquellos arboles Zapote y a su civilización Zapotecas, todo esto en honor a la diosa Zapotlatlenan quien los había salvado de una muerte segura.


#2 EL INFRAMUNDO ZAPOTECA



Así como los aztecas y los mayas tenían sus sitios sagrados, entre ellos el inframundo: Mictlán para los aztecas, Xibalbá para los mayas, que era el lugar último a donde llegaban los hombres cuando morían, otras culturas del México prehispánico también tenían previsto a dónde se iba después de la vida terrenal.

Tal es el caso de los zapotecos, mixtecos, teotihuacanos, rarámuris y wixárikas, que si bien en sus concepciones del inframundo, o de lo que sucedía después de la vida terrena, tenían algunas similitudes con las cosmovisiones maya y azteca, también tenían ciertas peculiaridades.

Entre los zapotecas, los dioses del inframundo respondían al nombre de Pitao Bezelao es curioso como en los apuntes de Fray Iván de Córdova se menciona la palabra dioses y no Dios, apuntando a que tal vez se refería a un dios principal y sus ayudantes.

El inframundo de los zapotecas era regido por Pitao Bezelao, a quien rendían culto especialmente en Mitla. En 1580, el Corregidor de Tlacolula, Alonso Canseco escribió al respecto:

Adoraban al demonio y, entre ellos, tenían un ídolo casado, y la mujer se decía Xonaxi Quecuya y, el marido, Coquí Bezelao, que quiere decir “señor diablo”. A estos sacrificaban, no solamente ellos, sino todos los valles y pueblos, y hacían delante de él sus danzas y bailes con instrumentos de músicas. Sacrificaban y mataban niños y hombres, perrillos, gallinas (posiblemente guajolotes) codornices, palomas, y era de costumbre ordinaria emborracharse delante de estos ídolos.

En Mitla se ubica el salón de las columnas, lugar que hacia afuera era utilizado el sumo sacerdote para atender a los feligreses, en la zona pública, y en la zona privada tenía sus aposentos, y un patio rodeado por cuatro cuartos, al que se accedía por un estrecho pasillo. En ese sitio le era permitido al sumo sacerdote una vez al año embriagarse y tener relaciones carnales con mujeres vírgenes, si una de ellas engendraba un varón, sería el sucesor natural del sumo sacerdote.

Se cree que las estructuras que se conocen como Tumbas 1 y 2, eran en realidad los pasillos llenos de podredumbre que conducían al inframundo.


#3 EL COCIJO



El Cocijo es un pequeño Dios del panteón zapoteca del que nadie esperaba nada pero que terminó convirtiéndose en el Dios del relámpago.

Pitao, el Padre de los Dioses, sopló sobre el caos y creó el universo. Luego reunió a los demás dioses inferiores para entregarles potestades sobre los elementos, los llamó como él para que participaran por medio de su nombre en la esencia de la creación de cuanto existe: Pitao Xoo fue el Dios de la tierra y los terremotos; Pitao Cociyo el de lluvias; Pitao Bée el del viento; Pitao Cozzana el de la caza y pesca: Pitao Cocobi el de la cosecha; Pitao Paesí, el intérprete del oráculo; Pitao Pezelao el señor de las almas de los muertos y a Pitao Benechaaba lo hizo genio del mal y amo de las tinieblas. Esa fue la repartición de labores del gran Pitao, que al ver al más pequeño de los dioses al que posteriormente llamaría Cocijo, no dio ninguna responsabilidad por juzgarlo como demasiado pequeño.

Orondo y satisfecho por cuanto había creado para que su pueblo zapoteca habitara el Didjazáa y se expandiera por la Tierra, Pitao pospuso la invención del fuego, elemento que reservó para quien lo conquistase en un acto sacramental para su corte celestial; sería el elemento que con un arduo trabajo los hombres habrían de domesticar.

Aquellos hombres de los primeros tiempos padecieron durante la noche la lejanía del calor del sol y la oscuridad de las sombras, comieron sus alimentos crudos y anduvieron por los senderos casi a tientas, escondiéndose como ratoncillos de las fieras. La oscuridad los volvía miedosos y recelosos unos de los otros, por eso decidieron edificar un túmulo alto para llevar lo más cercano posible sus rezos al gran Pitao y que este les brindara el fuego.

Así, los hombres edificaron el montículo sobre el cuál edificaron una pirámide y esperaron la decisión del gran Pitao. Éste, aún no satisfecho con el trabajo de los hombres, pero lleno de compasión por ellos, licitó entre los dioses menores un lugar preponderante para aquél que pudiera tomar el fuego: juntó dos maderos y los frotó hasta que apareció el tan preciado elemento que iluminó la basta y fría noche.

Invitó a los Dioses a probar suerte para tomar este don de los cielos lanzándose a la hornaza que había alimentado con madera, pero todos fallaron, tuvieron miedo. El último de la lista, Cocijo, pidió hacer la prueba. Pitao aceptó, entonces Cocijo pidió a su hermano Cociyo (la lluvia) que lo empapará con sus aguas y a Beé (el viento) que levantará con su mano las lenguas ardientes que lo amilanaban: de un salto se echó en la hoguera.

De aquella pira subió un humo espeso que se arremolinó en el centro del cielo y en la punta del túmulo que los hombres consternados veían en la parte baja del monumento. Una estría fulgurante en un estruendo horrísono hizo su aparición y dejó perplejos a los dioses y a los hombres. Había nacido el trueno, fuego del cielo regalo para la humanidad.

Los hombres llamaron a aquel túmulo Cerro del Fuego o Daniguí celebrando la creación del preciado elemento y construyeron Danibán (Monte Alaban) o Cerro Sagrado porque creyeron que los restos de Cocijo habían quedado sepultados en aquella montaña sagrada.


#4 EL MEZCAL



En la preciosa lengua náhuatl, mayahuel significa lo que rodea el maguey, y es considerada como la diosa mexica del maguey, y por extensión, de la embriaguez. A partir de esta diosa se han tratado de explicar muchos escenarios relativos al pulque, a la embriaguez y también del mezcal, así como algunas variaciones zapotecas.

Sobre las leyendas que rodean al mezcal, existen diferentes versiones; algunas nacen de la imaginación popular y otras que son recogidas por la memoria histórica de nuestro pueblo.

Como sea, el mezcal es una de las bebidas arraigadas en la vida social de los oaxaqueños, y para muchos tiene un toque místico y ritual. Cuenta la leyenda que Mayahuel era una joven hermosa, nieta de una Tzintzimitl. Aunque cierta noche, Quetzalcóatl y Mayahuel se encuentran para amarse, convertidos en la forma de un árbol bifurcado.

Cuando la Tzintzimitl despierta y no ve a su nieta, baja a la Tierra a buscarla y la descubre con Quetzalcóatl, apenas separándose de las ramas. Entonces despedaza a Mayahuel y abandona sus restos para que sean devorados. Quetzalcóatl los entierra y de ellos brota la planta del maguey o agave; de ella se producen el pulque, el tequila y el mezcal, que es el destilado que nos ocupa en esta ocasión.

La leyenda zapoteca del mezcal es una variación Mayahuel, y habla de la diosa Máyatl, quien poseía cuarenta mil senos de los cuales brotaba un elíxir maravilloso que ofrecía a sus adoradores.

Una vez la diosa se sintió excitada, sensación que le era desconocida y le producía un intenso deseo carnal, originado al formarse en su corazón unos maravillosos gusanos que sensibilizaban el cuerpo de la soberbia diosa.

Bajo ese estado de excitación, Máyatl se enamoró de un guerrero: Chag, que no osaba ver a la diosa como su igual. La tímida actitud de Chag impulsaba a la diosa a buscar la forma de obtener su amor. Un día Máyatl ofreció a su amado el más hermoso de sus senos para que bebiera el elíxir que brotaba de sus entrañas.

Cuando Chag bebió lo suficiente, venció su timidez e imploró a la diosa: "?¡hazme dios o hazte mujer!?", Máyatl, profundamente conmovida, llevó la mano a su corazón y, tomando uno de los gusanos sagrados se lo ofreció a Chag. El mortal se sintió a la altura de su diosa y la amó intensamente durante siete días y siete noches.


#5 LA LEYENDA DE DONAJÍ



En Oaxaca, las leyendas son importantes porque además de que forman parte del sistema de creencias de nuestra cultura, algunas están tan permeadas en nosotros, al punto que se vuelve parte de nuestra realidad ordinaria; de los símbolos y de la forma en la que nos relacionamos.

En esta ocasión lector quiero compartirte la historia de la princesa Donají, una mujer de la leyenda zapoteca, que se presenta en la cultura oaxaqueña como aquella mujer con la gallardía para sacrificarse por su propio pueblo.

Cuentan que, el monarca zapoteco Cosijoeza y la reina Coloyocaltzin tuvieron una hija a la que llamaron Donají, una mujer de “alma grande”. Al nacer, el sacerdote de Mitla le descifró un atroz destino. Tras observar signos extraños en el cielo, el pontífice le auguro la desdicha de la fatalidad. El anuncio de esta situación, sin lugar a duda, marcó la vida de los monarcas, pero con el paso del tiempo, lo fueron olvidando.

En aquel momento, se dice que, la tensión entre zapotecas y mixtecos crecía y crecía hasta que la guerra se hizo inevitable. Un día cualquiera de confrontación, leales guerreros zapotecos trasladaron a un prisionero al reino de Cosijoeza. Pero, no se trataba de un prisionero cualquiera. Aun estando malherido, su atuendo y armamento indicaban que se trataba de un hombre de alta jerarquía, por lo que los zapotecas sabían que, en la guerra cruel, este hombre les podría ser de utilidad para gestar más adelante, algún intercambio en negociaciones. Se trataba del príncipe mixteco, Nucano, hombre de “fuego grande”.

Intrépida desde que nació, Donají se aproximó a éste inusual prisionero y al ver sus heridas, su corazón se apiadó de él. Lo alejó de cualquier espacio de batalla hasta que sus heridas sanaron y el dolor cesará. Pero aun cuando el sufrimiento de este pobre hombre había desaparecido, la guerra mixteca se encontraba más vigente que nunca. Rogando, el príncipe, persuadió a la princesa para que lo dejara en libertad.

Con el regreso de su príncipe al frente de la batalla, el pueblo mixteco se llenó de confianza y tras un breve periodo de lucha, los mixtecas obligaron al rey Cosijoeza a abandonar Zaachila, el asentamiento más importante para los zapotecas.

La guerra había terminado, pero Nucano mostraba desconfianza ante el rey zapoteca; éste había perdido demasiado en la guerra que, sus pensamientos de venganza se presentaban por demás como algo inevitable. Fue así que, en una hábil estrategia de negociación, el príncipe demandó a la princesa Donají como una garantía de paz. La mujer de “alma grande” fue trasladada a Monte Albán y tratada, desde luego, de acuerdo con su condición real.

Desde entonces, la princesa de “alma grande”, aún con la buena vida ofrecida por el príncipe mixteca, vivía molesta y fastidiada. Su conciencia le recordaba constantemente que le había fallado a su pueblo por la debilidad que habitaba en su corazón. Al no soportar más la carga del espíritu, se convenció que la única manera de solventar su yerro sería reviviendo la guerra cruel. Así, cuentan las abuelas que envió a una criada a Zaachila, con un claro y contundente mensaje: atacad al anochecer y enviad una señal para el momento de mi escape.

La batalla tomó por sorpresa al pueblo de Nucano, siendo asesinados civiles y guerreros; a todos por igual. Como representación de la señal de escape, los aliados lanzaron un dardo por la ventana de Donají, dando inicio a su temeraria huida. La fortuna no la acompañaría, pues, pronto sería descubierta por los guardias que la vigilaban, y quienes, enfurecidos la trasladaron a un lugar alejado de la batalla.

Los desalmados aprehensores no perdonarían el osado plan de la princesa zapoteca. Lastimados por la muerte de tantos mixtecos Donají fue decapitada y sus restos enterrados en el lugar en donde nunca alguien la pudiera hallar.

Neutralizada la revuelta, el príncipe Nucano, el de “fuego grande”, jamás dejó de lamentar la muerte de la princesa. Seguramente, un poco de amor cabía en él. Así, gobernó a los zapotecas y les cuidó celosamente, como ella lo hubiera hecho.

El tiempo pasó y un pastor que caminaba por la orilla del río Atoyac, encontró un hermoso lirio del valle; era tan terso y lozano que parecía un regalo hecho descender por la divinidad. Decidió tomarlo para él y, vaya que enorme fue su sorpresa. Al intentar desenterrarlo de la raíz, trajo a la superficie la cabeza de Donají, que permanecía intacta, sin pudrirse o degradarse. Parecía que la cabeza de la princesa únicamente había permanecido durmiendo.

En honor a Donají, el escudo de la ciudad de Oaxaca de Juárez lleva su efigie desde hace 194 años, mismo que fue elaborado por José Joaquín Guerrero y José María Melo. La leyenda de Donají para los oaxaqueños representa no sólo una historia de sacrificio, sino también de unión, orgullo y de defensa de nuestra tierra. Tal como escribió Alfonso Francisco Ramírez en su libro “Por los caminos de Oaxaca”: “Es así como vive en la leyenda, y en el alma oaxaqueña, la intrépida y generosa Donají que inmoló su existencia por su pueblo; princesa que en su faz morena llevaba impresa la melancolía de una raza vencida, y la dulzura de los crepúsculos que iluminaron de gloria su cautiverio imperial”.


#6 LA LEYENDA ZAPOTECA DEL ORIGEN DEL TOLOACHE



Cosijoeza, rey zapoteca, dormía al amparo de su cobertor tejido con pieles de venado y plumas de garza real, cuando en la gran calma de la noche, escuchó el grito lastimero de una niña a la intemperie. Al verla, se dio cuenta de que la pequeña era sumamente bonita y decidió adoptarla y tratarla como si fuese su propia hija.

La niña comenzó a crecer, y cada vez era más bella. Su belleza deslumbraba a todo aquel que la veía. Cosijoeza tenía hijos, príncipes valerosos, que pronto rivalizaron por conquistar el amor de la niña, ya que como era de esperarse, los hijos del tlatoani se enamoraron perdidamente de la joven.

Este hecho trajo como consecuencia que los hermanos empezaran a odiarse y a celarse los unos de los otros. La vida en palacio se convirtió en un terrible infierno. Sin embargo, la bella muchacha quería a los galanes como si fueran sus verdaderos hermanos, y no estaba enamorada de ninguno en particular.

Entonces, los hermanos decidieron entablar un combate para decidir quién se casaría con ella. El combate debía ser a muerte, y el único sobreviviente sería el afortunado esposo de la joven.

Cuando el tlatoani se enteró de lo que planeaban hacer sus hijos

para obtener el amor de la chica, tomó una horrenda decisión y ordenó a tres de sus guerreros que le quitaran la vida a la pequeña, pues era consciente de que no había otra manera de solucionar el conflicto.

Los guerreros se llevaron a la joven a un monte cercano a palacio y la apuñalaron. La muchacha cayó al suelo herida, pero no estaba muerta, aunque eso creyeron sus asesinos. Cuando despertó y se dio cuenta de lo ocurrido, se levantó y corrió a través del bosque en la más absoluta oscuridad.

Pronto salió la Luna e iluminó el bosque y en ese momento la planta del toloache abrió sus flores, una de ellas se dirigió a la asustada niña y le dijo que se escondiera dentro de ella, por lo que inmediatamente la joven se hizo tan pequeña que pudo meterse entre los pétalos de la flor.

Para evitar que los hermanos encontraran a la bella, las flores del toloache solamente se abren en las noches de plenilunio, y aunque los príncipes se transformaron en mariposas para encontrarla, nunca lo harán ya que las mariposas no pueden acercarse a dichas flores porque su olor las mata.

Desde entonces la bella joven vive en las flores del toloache, y los dioses le dieron poderes maravillosos a la planta por su buena acción, pues el toloache es capaz de calmar los dolores de las personas, quita el insomnio, dilata las pupilas y cura las hemorroides. Su capacidad terapéutica es muy grande.

De igual manera se dice que el toloache adquirió las cualidades de la bella joven y es capaz de enamorar a cualquiera que consuma sus frutos o semillas.


#7 LEYENDA DE LA NOCHEBUENA



Una leyenda zapoteca que cuenta el pacto entre siete príncipes que habitaron el Valle de Oaxaca, puede ser la única prueba fehaciente sobre la flor de Nochebuena y su origen en esta entidad.

Aun cuando en la actualidad no existe una prueba científica sobre este hecho, la leyenda de los príncipes zapotecos, de los que poco se sabe, habla sobre una planta de hojas rojas.

En Oaxaca se habla de un pacto de paz entre los siete príncipes del Valle Central que estaban en guerra, eran los jefes de las poblaciones más importantes y que vivían en constante conflicto hasta que finalmente mediante la oración y el ruego de los familiares los dioses enviaron un mensajero para recomendarles que se reunieran personalmente, y cuando se vieron se reconocieron entre sí como hermanos y la fuerza de la sangre los hizo aceptar el pacto de paz con sangre, una gota salpicó el cañón donde el Río Atoyac intentaba atravesar la Sierra Sur para desembocar en el mar y de ahí supuestamente nace la flor.

Este fragmento relatado de la leyenda es uno de los más antiguos y entre sus líneas se describe a esta planta que cobra popularidad en las fiestas decembrinas.

Los escasos registros que existen sobre la Nochebuena y su origen en Oaxaca están relacionados con la medicina, pues durante tiempos inmemoriales esta planta era utilizada con fines curativos, entre ellos cicatrizar heridas y contrarrestar infecciones en cuerpo y piel.

Los antepasados la llamaban Cuetlaxochitl “flor que se marchita”, “flor de fuego” o “flor de cuero”. Su uso como ornato tiene los primeros registros en la época colonial cuando en Taxco se decoró el templo con flores de nochebuena durante una actividad ceremonial.


#8 EL ÚLTIMO REY



En el año 1487 de la era cristiana, Cosijoeza era un guerrero de apenas 30 años quien recientemente había sido escogido como el nuevo rey de los zapotecas. Hoy en su palacio en la ciudad de Juchitán, en el jardín de los árboles de flores blancas, Cosijoeza encabeza una ceremonia diplomática, en la cual le da la bienvenida a todos los emisarios de otros reinos que han venido a mostrar sus respetos y a felicitarlo.

El siguiente por hablar es el emisario azteca:

- Gran Cosijoeza, magnífica luz que hace al éter temblar. Ahuitzotl, nuestro poderoso rey azteca le desea prosperidad y muchos descendientes. Y como símbolo de su amistad Ahuitzotl le envía muchos presentes. Nuestro honorable rey sólo pide de usted que le envíe algunos de sus árboles de flores blancas que sólo crecen aquí en Juchitán.

Cosijoeza se lo piensa y reflexiona. La verdad es que los zapotecas y los aztecas nunca han sido amigos. Entonces ¿porque Ahuitzotl el rey azteca hace dicha solicitud? ¿Por qué ahora? ¿Es este un señuelo? ¿Acaso el rey azteca desea comenzar una nueva guerra? Cosijoeza necesita pensar con calma su respuesta. Una palabra mal dicha podría desequilibrar la tensa calma.

Mientras el rey zapoteca considera sus opciones es abruptamente interrumpido por el impaciente emisario azteca:

- Cosijoeza, usted sabe que Ahuitzotl obtendrá esos árboles de una manera u otra.

Por supuesto dicha falta de educación por parte el emisario Azteca hizo que la respuesta del rey zapoteca fuera sencilla.

Cosijoeza: En ese caso su rey no tendrá mis árboles.

Lo que siguió fue una guerra sangrienta que duró siete años. Era exactamente lo que el rey Azteca había estado buscando. Para el año de 1494 los aztecas habían destruido las ciudades más grandes del reino zapoteca como Mitla y Zaachila.

Las fuerzas aztecas ahora rodeaban los alrededores de la capital del reino zapoteca, listos para destruirla. Todos los soltados aztecas estaban de buen ánimo, pero también estaban cansados. Y lo que no sabían es que los soltados zapotecas dentro de la fortaleza de Juchitán aún no habían combatido. Estaban bien descansados y tenía un arma secreta.

Esa noche 30,000 soldados zapotecas salieron de la fortaleza de Juchitán, rodearon a los aztecas y comenzaron a disparar flechas venenosas. Como resultado los soldados aztecas fueron heridos de muerte. Ahuitzotl estaba furioso. Sus soldados habían estado tan cerca de destruir a sus enemigos, pero ahora él y sus ejércitos debían retirarse y regresar a Tenochtitlan. Al igual que el león regresa a su cueva para lamerse las heridas y planear su venganza.

Y aquí es cuando Montezuma II, sobrino de Ahuitzotl llega a nuestra historia a jugar un rol decisivo. En ese momento Montezuma, era uno de los consejeros del rey le sugiere a éste que quizás hay una forma más fácil para lidiar con ese molesto vecino. Un camino femenino.

Coyolicantzin era una de las hijas favoritas de Ahuitzotl, también conocida como copo de algodón, porque su piel era tan blanca como la de la luna. A ella le fue dada la misión de seducir al rey zapoteca quien hasta el momento no había encontrado una reina.

Los aztecas habían recogido información sobre la rutina diaria de Cosijoeza y sabían dónde acostumbraba a irse a bañar. Así que tramaron un sorpresivo encuentro amoroso.

¡Ah! Cuando Cosijoeza vio por primera vez a Coyolicantzin, al rey zapoteca casi se le cae la mandíbula, ¡mamacita!. Inmediatamente se enamoró de su belleza de sus movimientos seductores y de esa sonrisa misteriosa.

Para impresionarla le habló de sus riquezas, palacios, jardines, absolutamente todo lo que tenía. Pero como ella estaba jugando el rol de la mujer fatal, fingió que no le interesaba mucho lo que él tenía. Al final ella dijo:

- He andado estas tierras en busca de mi felicidad, pero aún no he podido encontrarla.

En dicho momento Cosijoeza quiso ser su felicidad. Así que la invitó a quedarse en su palacio en Juchitán por una semana y la trato como una reina. Al final de la semana la muchacha sólo dijo.

- Gran Cosijoeza, ciertamente aprecio su amabilidad, su hospitalidad, pero mi corazón me ruega que regrese con mi familia, con mi padre Ahuitzotl, el rey de los Aztecas.

¿Qué? Cosijoeza no se lo podía creer. ¿Cómo es que eso había sucedido? la mujer que ahora era su felicidad era nada menos que la hija de su más grande enemigo, pero ahora estaba tan enamorado que estaba dispuesto hacer lo que fuera por ella.

La muchacha regreso a Tenochtitlán escoltada por emisarios zapotecas cargando presentes, riquezas y una propuesta de matrimonio.

Ahuitzotl, el rey Azteca no cabía de la dicha, su plan había funcionado a la perfección. Todas esas riquezas habían llegado tan fácil. Y conseguir aquella propuesta de matrimonio había sido pan comido. Ahora todo lo que tenía que hacer era jugar el rol del padre acongojado y triste, así que dijo:

- ¡Ay! esta propuesta me rompe el corazón mi copo de algodón mi queridísima Coyolicantzin, mi hija favorita. No sé cómo voy a poder vivir sin ella no lo sé, pero ya me las ingeniaré. Porque yo veo que su rey estaba buscando una alianza con una de las más grandes naciones. Esta unión ciertamente traerá poder y paz.

Bueno los dos tórtolos se casaron y las celebraciones duraron por días. Toda la gente del común, zapotecas y aztecas de verdad creían que la paz les había llegado. Pero si tan sólo hubieran sabido que Coyolicantzin aún tenía una misión que cumplir.

A ella se le habían dado instrucciones de espiar a los zapotecas y enviar información de regreso a su padre sobre las estrategias militares y sobre aquella arma secreta, las flechas envenenadas. El rey azteca soñaba con que algún día dicha información le diría cómo destruir a los Zapotecas.

Sin embargo, Ahuitzotl no contaba con que no viviría lo suficiente para ver su ambición hecha realidad. El rey azteca murió en el año de 1509. Aunque, su sobrino Montezuma II continuó con el deseo de venganza.

Cuando Montezuma II tomo posesión del trono azteca le envió un ultimátum a su enemigo. La hermosa Coyolicantzin, ahora reina de los zapotecas podía quedarse con su familia adoptiva y morir; o bien podía regresar con su sangre Azteca y unirse a ellos en la destrucción definitiva de sus enemigos.

La verdad es que Coyolicantzin había tomado una decisión hace mucho tiempo. Poco después del nacimiento de su primer hijo ella le confesó todo a su esposo, quien la perdono porque al final de cuentas ella fue su felicidad desde el momento en que la vio. Sin embargo, ella continuó espiando, pero esta vez para los zapotecas. Por años ella continuó pasándole a los aztecas información que ahora su esposo le proveía. Ella había escogido a su familia adoptiva, los zapotecas.

Ahora dependía de Cosijoeza decidir si se metía de lleno en otra sangrienta guerra o le ahorraba a su gente semejante inconveniente.  El rey zapoteca escogió la vida, firmando un tratado con su enemigo. Un acuerdo que convirtió a los zapotecas en un reino dependiente obligado a pagar impuestos a los aztecas.

Al final de cuentas dicha acción no parece una ganancia, pero lo fue a largo plazo. Porque lo que Cosijoeza sabia y Montezuma escogió ignorar, fueron los presagios que por años anunciaron la llegada de un tercer participante en los conflictos de estas naciones. Unas fuerzas externas que jugarían un rol destructivo y transformativo en las vidas de todos los nativos americanos.

No eran otros que los conquistadores, los europeos. Los aztecas fueron prácticamente destruidos quizás porque durante su reinado sólo cultivaron enemigos. Mientras que los zapotecas sobrevivieron. Y hasta hoy puedes encontrar a sus descendientes en la antigua Juchitán, hoy Oaxaca México.


#9 LEYENDA DE LA DIOSA TZAPOTLATENA



Hace muchos años existió, entre los pueblos comarcanos en torno a la zona lacustre de la Laguna de Zapotlán, una mujer, bella y joven, capaz de curar cualquier enfermedad, su nombre: Tzapotlatena.

Ella era nieta de una de las damas más viejas y respetadas del pueblo de Tlayolan, la tierra del maíz, ubicado junto al cerro del Sochule y, por lo mismo, era bien vista.

Tzapotlatena era una mujer virtuosa, poseedora de poderes sobrenaturales, y gran conocedora de los beneficios curativos de las plantas, muy abundantes en el valle y montañas del entorno.

Un día, mientras estaba en el campo observando las plantas, un niño presuroso fue a su encuentro y le dijo que su madre gritaba y sufría mucho, y que su hermanito no podía salir de su “panza”.

Tzapotlatena fue rápido a donde la señora; al verla en tan mal estado, no sabía qué hacer, no le funcionaba nada. En su desesperación, mandó que trajeran una buena cantidad de resina (en aquel tiempo el valle era abundante en pinos), practicó unos emplastos y los depositó en el estómago de la señora. El dolor fue cediendo y el niño pudo nacer sano y salvo.

La joven Tzapotlatena estaba sorprendida por los poderes curativos de los emplastos de resina, y lo empezó a practicar con cuanta parturienta lo necesitara. Y, además, también practicaba emplastos de resinas con otras peligrosas y variadas enfermedades, siempre resultando exitosa.

Pero llegó un fatal día. Tzapotlatena cayó gravemente enferma al ser picada por una serpiente. A pesar de que se le aplicaron los emplastos de resina, según su procedimiento, no reaccionó. Y ella, que había curado a tanta gente no podía curarse a sí misma.

Pasaron los días, y ella cada vez más pálida y delgada, y poco a poco su vida se fue extinguiendo, hasta que murió.

Fue sepultada con todos los honores, como si hubiera sido una princesa de gran estirpe, e inmediatamente fue elevada a la categoría de deidad, a quien se le invocaba cuando había algún enfermo en la población.

Tzapotlatena se convirtió en la Diosa de los Curanderos, a quien se le debe el gran legado del arte de curar mediante la aplicación de los emplastos de resina.

Por ser tan condescendiente hacia con quienes la invocaban, muy pronto se extendió su fama en toda la región, desde el Reino de Mechoacán hasta el Reino Cazcan; y Tlayolan, por ser el centro de devoción, fue empezado a conocer como Tlayolan-Tzapotlan: lugar de mucho maíz y lugar sagrado dedicado a la Diosa Tzapotlatena o Tzapotlatenenzin; aspecto que corroboró, muchos años después, el gran sabio y científico zapotlense don José María Arreola Mendoza, al determinar que Zapotlán debe su nombre a Tzapotlatena y no al árbol de zapote, como se ha creído.

Esa es la verdadera historia de Tzapotlatena, la mujer que se convirtió en diosa.



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