Sesión #6 La Cultura Tolteca
Esperamos que hayas pasado un momento agradable en la sesión de nuestro taller, a continuación te dejamos las lecturas y el video que se proyecto con relación a la Cultura Tolteca.
Mitología Tolteca
#1 EL MITO TOLTECA DE LA CREACIÓN
Los toltecas, palabra que quiere decir constructores, y en
verdad lo fueron, crearon una Cosmogonía perfectamente organizada que explica
la formación del mundo y sus transformaciones sucesivas. El pueblo nahua,
llamado tolteca, abandonó la zona que habitaba en el siglo XI, en un proceso de
expansión que arranca de la ciudad de Tula (la antigua Tollán), en el Estado de
Hidalgo, y llega hasta el área de la cultura maya.
Sus mitos y su religión son la etapa más alta y
evolucionada del espíritu de un pueblo cuyo origen misterioso no ha podido ser
fijado exactamente en el tiempo, ya que es posible que ellos fuesen también los
edificadores de la ciudad religiosa de Teotihuacán. Sea lo que fuere, lo cierto
es que los toltecas dieron a sus bases religiosas y cosmogónicas una estructura
tan precisa y una potencia tan rigurosa que las culturas posteriores,
especialmente la azteca, las adoptaron como propias.
En el principio era el caos, dice el mito de los Cinco
Soles. Esta confusión de la materia original informe se deriva siempre, en el
origen que del mundo ofrecen todas las religiones, de una oposición entre
fuerzas radicalmente contrarias.
Pueden ser la luz y
la sombra o el bien y el mal. En este caso, lo que choca y combate y al fin se
compenetra íntimamente son dos elementos divergentes en esencia: el agua y el
fuego.
Mito de los cinco soles
El primer Sol
Sobre el caos espantoso que era el preludio de la vida en
una Tierra aún no creada, velaban los dioses. Contemplaron el combate entre el
agua y el fuego y se reunieron para deliberar:
— Es hora ya de aplacar esta batalla y dar nacimiento a la
vida.
A su mandato, el fuego enloquecido y las aguas hirvientes
se aquietaron, un oscuro silencio flotó sobre los mares y las tierras: el reino
de la materia oscura había nacido. Y el primer Sol que dominaba sobre este
mundo en sombra fue el Sol de Tierra, simbolizado por un tigre. Los dioses se
alegraron, aunque pronto hubieron de convencerse de que su primer intento de
crear la vida había sido un fracaso: el tigre devoró a todos los seres que
poblaban la Tierra y ésta siguió girando en el espacio oscuro con la carga ya
inerte de sus muertos.
El segundo Sol.
Los dioses se reunieron de nuevo y dijeron:
— Esta quietud y esta oscuridad no son buenas. Es preciso
que nazca un nuevo Sol y que su espíritu corra sobre el mundo lleno de pureza:
así, los habitantes de la Tierra conservarán su vida. Entonces, una boca
gigante comenzó a soplar sobre las llanuras y los mares, sobre los lagos y las
montañas: había nacido el segundo Sol, o Sol del Aire, es decir, el espíritu
puro cuyo símbolo era Ehécatl, una de las representaciones de Quetzalcóatl como
dios del viento. Pero los hombres hijos de esta segunda Era fueron torpes, y
los dioses, furiosos, los convirtieron en monos. Grandes bandadas de estos
animales corrían por todas partes y saltaban entre las ramas de los árboles
chillando como locos y mostrando lo imperfecto de su condición puramente
animal.
El tercer Sol.
Otra vez los dioses se reunieron en asamblea; y uno de
ellos dijo:
— No debemos permitir que lo creado por nosotros siga
viviendo tal como hasta ahora, porque esta vida es imperfecta. ¿Qué les parece
que hagamos? Tras de una larga deliberación, los dioses decidieron destruir el
segundo Sol y las criaturas correspondientes a su Era. Furiosos, dieron sus
órdenes y los cielos se estremecieron en toda su infinitud cuajada de
estrellas. Nació el tercer Sol como una gigantesca llamarada que iluminó los
ámbitos celestes: era el Sol llamado de Lluvia de Fuego, y una tempestad de
ardientes gotas cayó sobre la Tierra devorando las plantas y todos los seres
vivos. Los vegetales, a causa de su inmovilidad, perecieron primero, y luego
todos los animales, salvo las aves, cuyos cantos, plumajes y vuelos era lo
único realmente hermoso que animaba la vida terrestre.
El cuarto Sol.
Y tras del Sol de Lluvia de Fuego los dioses crearon el
cuarto Sol, el Sol de Lluvia de Agua. Éste aniquiló buena parte de lo creado al
anegar toda la Tierra, pero dio origen a los peces, que llenaron los mares, los
ríos y los lagos, con el inquieto rebullir de su vida submarina. Y fue entonces
cuando los dioses creyeron que había llegado el momento de poner sobre la
Tierra al hombre mismo.
El quinto Sol
Reunidos los dioses, decidieron que el quinto Sol, llamado
Sol de Movimiento, sería el padre del género humano. Mas para alcanzar este
privilegio sobre los demás soles era preciso que surgiese dotado de una virtud
no conocida. ¿Cómo alcanzar este merecimiento? Tras mucho discutir, los dioses
llegaron a la conclusión de que sólo mediante el sacrificio de dos de ellos, el
quinto Sol podría crear y alumbrar a los hombres que poblasen la Tierra.
En palabras de Fray Bernardino de Sahagún, “Se juntaron los
dioses … y dijeron los unos a los otros: ¿Quién tendrá el cargo de alumbrar al
mundo?” . . . A estas palabras respondió un dios que se llamaba Tecuciztécatl y
dijo: Yo me encargo de alumbrar al mundo. Luego otra vez hablaron los dioses y
dijeron: ¿Quién será otro más? … Uno de aquellos dioses, al que nadie hacía
caso y era buboso, no hablaba, sino que oía lo que los otros dioses decían.
Estos le hablaron y le dijeron: —Sé tú el que alumbras, bubosito, y él. . .
respondió: —En merced recibo lo que me habéis mandado. Los dos dioses hicieron
penitencia durante cuatro días y un gran fuego fue encendido. El primer dios
ofrecía, junto con su vida, objetos y cosas preciosas, incienso fino y joyas
espléndidas.
El dios buboso, llamado Nanauatzin, solo podía ofrecer como
ofrenda, además de su vida, espinas de maguey ensangrentadas con su propia
sangre, porque era pobre. A la media noche del quinto día, cuenta Sahagún, “se
pusieron delante del fuego” y los otros dioses dijeron: “¡Tecuciztécatl, entra
tú en el fuego!”, pero el dios rico tuvo miedo. Tres veces probó, pero en ninguna
se atrevió a arrojarse al fuego.
Los dioses hablaron entonces a Nanauatzin, el dios pobre:
“¡Nanauatzin, prueba tú! Y como le hubieran hablado los dioses, se esforzó y
cerrando los ojos se echó al fuego ..“Cuando vio Tecuciztécatl que se había echado
en el fuego y ardía, arremetió y se echó en la hoguera.” Así, mediante el
sacrificio de dos dioses, surgió el quinto Sol y nacieron los hombres en la
Tierra.
El antiguo mito cuenta también que el quinto Sol habría de
ser aniquilado alguna vez para que la humanidad alcanzase la suma perfección; decía
que el quinto Sol desaparecería arrasado por el sexto Sol, el Sol de los
Terremotos, cuyo triunfo se lograría gracias a una sucesión de temblores
espantosos: el sexto Sol obtendría la purificación del hombre y la unión de su
espíritu con el espíritu de la divinidad.
La leyenda de los Soles viene a ser, por tanto, una escala
ascendente en el camino de la perfección. Primero, a partir de la nada, es la
materia quien, merced a destrucciones y renovaciones sucesivas, cobra la
necesaria pureza para que de ella nazca el hombre. Más tarde, es el hombre
mismo quien habrá de sufrir este proceso depurador.
#2 MÁXIMAS DIVINIDADES DE LA MITOLOGÍA TOLTECA
Ser practicantes de una religión politeísta no significaba
que, dentro del imperio Tolteca, no existían personajes míticos que fueran más
resaltantes para los pobladores que otros.
Asimismo, la creación de estas deidades que según el
manuscrito antiguo la “Historia de los mexicanos por sus pinturas” se habla de
una pareja celestial y creadora que resultan ser los padres de estos dioses
principales:
Quetzalcóatl
Se piensa que es su nombre significa “La serpiente
emplumada” y según los historiadores su trabajo es representar dualmente la
condición humana, ya que por un lado la “serpiente” es el cuerpo físico con sus
limitaciones y “las plumas” son los principios espirituales.
Por otro lado, para los toltecas es la deidad que simboliza
el conocimiento, la filosofía, la cultura y la fertilidad. No obstante, existe
una disyuntiva en cuanto a quien es el dios principal de esta cultura si
Quetzalcóatl o Tezcatlipoca, ambas fuerzas principales de la mitología tolteca.
Tezcatlipoca
Dios conocido como el espejo negro, era la antítesis de
Quetzalcóatl, quien es el espejo blanco, esta entidad es conocido por su
naturaleza guerrera, además de que se piensa es el señor del cielo y la tierra,
es fuente de vida y amparo del hombre.
Se le representa con una franja negra en el rostro y un
espejo obsidiana en el pecho, el cual le permite ver todo lo que los humanos
hacen y piensan, el mismo exudaba humano para matar a sus enemigos.
También lo exponen como una pierna que muestra el hueso
como el de un jaguar y su emblema es el de un cuchillo como su espejo, que representa
el viento negro y cortante.
Dentro de las leyendas de nahuatlacas, los hermanos
Tezcatlipoca y Quetzalcóatl fueron los encargados de crear el mundo, en donde
inicialmente existía un océano y habitaba el monstruo de la tierra Cipactli.
La historia continúa relatando como Tezcatlipoca le ofrece
su pie como un señuelo para que este saliera del mar y se lo comiera. Fue en
ese momento que Tezcatlipoca y Quetzalcóatl se apoderaron de él y lo
convirtieron en la tierra extendiéndolo.
Entonces los múltiples ojos del monstruo pasaron a ser lagos y estantes, y sus fosas nasales cuevas, y con el objetivo de pagarle el daño hecho el dios Tezcatlipoca exige a los pobladores ofrendas humanas.
Al ser un dios del espejo y luna su fiesta se celebraba el
19 de mayo y era una ofrenda simbólica de un joven que representaba
Tezcatlipoca.
Por consiguiente, en esa época un esclavo era escogido para
ser sacrificado y durante el año era tratado como un dios en la tierra, este era
seleccionado por:
- No
tener ningún desperfecto en su cuerpo.
- Tener
el cabello largo hasta la cintura.
- Verse
bien y ser fuerte.
Durante el sacrificio se le encargaba de tocar una flauta
mientras es adorado por 12 acompañantes en los cuales uno es el que lo
sustituirá si se escapa. Asimismo, participan 4 sacerdotisas para que
cumplieran todos sus deseos durante el año y 20 días antes se casa con ellas.
Por su parte, la fiesta tiene según cuentan 6 o 7 fases en
las que participaban los miembros del pueblo.
Las 4 primeras fases constan de la imagen Tezcatlipoca, la
que es adorada por el pueblo y jóvenes que lo cubrían con cuerdas de maíz.
Ya al final del año se sacrificaban animales pequeños para
que los sacerdotes hicieran ofrendas de joyas y mantas. En consecuencia, al
joven elegido le cortaban el cabello “como a un capitán” y lo vestían con joyas
y mantas.
El final de la fiesta llega 5 días antes donde el joven
paseaba por la ciudad con sus esposas hasta la fecha en la que tiene que subir
al templo donde rompería 4 flautas en símbolo de los puntos cósmicos. Al llegar
se recostaba en una piedra y donde se le arrancaba el corazón.
Tláloc
Esta entidad para los mexicanos es el encargado de crear
las lluvias por lo que lo honraban en ceremonias el primer mes del año. La
veneración a este dios se extendió por toda Mesoamérica y Centroamérica.
Los nómadas aztecas fueron los primeros que le rindieron
culto, debido a que pensaban que era una divinidad agrícola. En consecuencia,
otras comunidades agrícolas le homenajeaban una de ellas la cultura de
Teotihuacan, hasta llegar a los pueblos nahuas.
Uno de los rituales a este dios era llamado Tozoztontli, implicaba el sacrificio de niños, entregaban ofrendas en cuevas y los sacerdotes las ponían en las pieles de las víctimas para rendir tributo.
En el periodo de invierno de Atemoztli se realizaba la
veintena del 9 de diciembre al 28 de diciembre dedicada a Tláloc, ya que se
hacía antes de la llegada de las lluvias, en este se hacían estatuas de masa de
amaranto, sus ojos por su parte de frijoles y dientes de semilla de calabaza,
estas son ofrendas entregadas en la comida.
Esto continua con el sacrificio y la apertura de pechos y extracción
de corazones para que sus cuerpos sean cortados y comidos, luego los ornamentos
con los que habían sido adornados se quemaban en los patios de las personas, posteriormente
el último día de la veintena se realizaba un banquete.
Centéotl
De esta deidad existe una gran incertidumbre de si es
hombre o mujer y en el caso de esta última es un conjunto de diosas que
representan el crecimiento del maíz.
En consecuencia, esta entidad es el dios (a) del maíz y
patrono de la ebriedad y la bebida en los rituales.
Sus nombres masculinos son: Centéotl o Centeotltecuhtli.
Por su parte, los femeninos son: Chicomecóatl o Centeotlcíhuatl.
A Centéotl se lo presenta generalmente como un joven que
tiene una marca que le cruza el rostro, parece ser una arruga que está repleta
de espigas de maíz.
Itztlacoliuhqui
En la mitología tolteca significa justicia, además de ser
el dios de la obsidiana, el sacrificio, los desastres, también se le relaciona
con los objetos como cuchillos y con temperaturas heladas o las bajas.
Asimismo, también es una deidad que es reconocida por los
Mexicas, quienes lo catalogan como el dios de la escarcha, el invierno, hielo,
pecado y castigo y miseria humana.
Se le representa con una venda en los ojos, por lo que se
le relaciona con su papel de llevar a cabo la justicia y castigo a los humanos
y los espíritus del inframundo. También, se le incorpora la roca volcánica de
Obsidiana, de hecho, muchos afirman que su cabeza en realidad está hecha con
esa piedra que esta enlazado con un pedazo de flecha que le sobresale.
Sin embargo, son muchas las versiones de cómo es el aspecto de esta entidad mítica.
Es asociado con el dios Tezcatlipoca, con el cual
representa una trinidad sagrada que consiste en que el primero es el
nacimiento, la vida es el dios Itzpapalotl y, por último, Itztlacoliuhqui es la
muerte.
Reflejado en el libro de Bernardino de Sahagún, quien
señala que este tiene una conexión con el planeta Venus y a su vez se le asocia
con Cintéotl, dios del maíz.
Al ser Itztlacoliuhqui también el dios de la justicia y
castigo, se le vincula con instrumentos como una piedra o un garrote. Por su
parte, que se lo presente con una venda en los ojos busca simbolizar que los
seres mortales e inmortales no van a poder huir de los castigos de esta
entidad. No menos, importante se le asocia con una bebida sagrada para los
indígenas de México, el pulque, que representa la búsqueda espiritual.
Nahual
Brujo o ente sobrenatural que podía cambiar su forma física
a la de un animal y es conocido dentro de las creencias mesoamericanas.
Mitos sobre esta entidad
1) El Brujo cambia
forma
Se establece que Nahual es un humano que mediante la
aplicación de mágica o brujería se puede convertir en un animal, un rayo o una
nube, fuego o cualquier objeto que desee.
Por consiguiente, en investigaciones realizadas por
antropólogos aceptan la idea de que Nahual es un brujo transformador y está
registrado bajo las creencias indígenas que habitan en el centro y sur de
México.
Aunque dentro del Códice Florentino escrito por Bernardino
de Sahagún, se señala que estos pueden ser buenos o malos, y la creencia de que
usaba sus poderes para el mal es más fuerte en la antigüedad que en la época
moderna.
2) Nahual como
animal guardián
Son muchas las tradiciones que invocan a este ser mítico
como un guardián que forma parte de una persona al nacer y es el encargado de
velar por su bienestar a lo largo de su vida en forma de animal.
Se señala que solo se manifiestan en sueños o mediante la
afinidad del humano con determinado animal que lo tomó bajo su ala.
Por otro lado, en contraparte se dice que en más bien una conexión espiritual la que se da entre la persona y su animal tutelar, y es considerado como su alter ego y que los destinos de ambos están entrelazados. En consecuencia, lo malo que le pase a uno afecta al otro y no solo espiritualmente sino físicamente.
Esta idea toma fuerza de la creencia en que muchas personas
murieron porque su animal-nahual es matado.
3) Nahual como
entidad anímica
El Historiador mexicano, Alfredo López Austin, presentó su
propia hipótesis sobre el nahualli, exponiendo que no solo es un brujo o
entidad que se transforma, sino un ser que podía cambiar de forma mediante tres
entidades anímicas que los nahuas reconocían dentro del cuerpo humano:
Tonalli.
Teyolía.
Ihiyotl: La cual es donde los indígenas pensaban que se les
permitía a estos seres convertirse en otra cosa, además de que podría ser usada
como una forma de infligir daño espiritual a otras personas y es hereda según
el signo del calendario en que naciera la persona o ya sea por participar en
ciertos rituales.
#3 LA LEYENDA DEL CACAO
Cuenta la leyenda que Quetzalcóatl, dio a los toltecas los
granos del cacao. Lo que el dios quería era tener a su pueblo bien alimentado y
de esa manera poderse dedicar completamente a ser mejores hombres, estudiosos,
sabios, arquitectos, artistas y artesanos.
Quetzalcóatl robó el árbol del cacao del paraíso en donde
vivían los dioses y plantó el pequeño arbusto en Tula.
Ya que plantó el pequeño arbusto le pidió al dios del agua,
Tláloc, que enviara lluvia a la tierra para que la planta se pudiera alimentar
y crecer.
Después fue a visitar a Xochiquétzal, diosa del amor y la
belleza y le pidió que le diera al árbol flores hermosas. Con el tiempo la
planta floreció y dio frutos de cacao.
Quetzalcóatl entonces les enseñó a los toltecas como tostar
los granos, molerlos y después batirlos con agua para así obtener una rica
bebida que el día de hoy conocemos con el nombre de chocolate.
Los toltecas se convirtieron en hombres poderosos gracias a
la bebida tan sabrosa y energética.
Pero cuando los dioses supieron todo lo que habían logrado
los toltecas gracias al chocolate, que Quetzalcóatl les había robado, su ira y
la envidia que sintieron fue tan grande que juraron vengarse de Quetzalcóatl y
de los toltecas, ya que ellos no podían tolerar que una bebida de dioses fuera
consumida por ellos.
Al pasar los días, Tezcatlipoca, enemigo de Quetzalcóatl,
se transformó en un comerciante de pulque. Éste se acercó a Quetzalcóatl y le
ofreció pulque, asegurándose que esta bebida de tan buen sabor, le podía quitar
cualquier malestar o pena que tuviera.
Quetzalcóatl creyendo en el comerciante, tomó el pulque y
se emborrachó.
Al día siguiente despertó y al darse cuenta de lo que había
sucedido, se sintió avergonzado y humillado por haberse emborrachado y por la
envidia y venganza con lo que habían actuado los dioses.
Deshonrado y avergonzado, Quetzalcóatl decidió irse para
siempre, pero antes de partir vio que todos los árboles de cacao que con mucho
cuidado y cariño los toltecas habían cultivado estaban totalmente secos, sin
embargo, se dio cuenta que en la tierra habían quedado algunas semillas todavía
fértiles. Quetzalcóatl las recogió y guardó. Al llegar a Tabasco, las esparció
en tierra fértil en donde se reprodujeron y ése es el cacao que podemos
disfrutar hasta el día de hoy.
#4 LAS PIEDRAS SAGRADAS
Algunas piedras aparecen como elementos centrales en
relatos míticos. Según una de las versiones del nacimiento de Quetzalcóatl,
éste fue engendrado por una piedra verde que cayó en el seno de su madre,
Chimalma, cuando barría. De acuerdo con un mito nahua, Citlalicue, “la de la
falda de estrellas”:
...parió un navajón o pedernal (que en su lengua llaman
tecpcatl), de lo cual, admirados y espantados los otros sus hijos, acordaron de
echar del cielo al dicho navajón, y así lo pusieron por obra. Y que cayó en
cierta parte de la tierra, donde decían Chicomoztoc, que quiere decir “siete
cuevas”. Dicen salieron de él mil y seiscientos dioses los cuales dicen que
viéndose así caídos y desterrados, y sin algún servicio de hombres, que aún no
los había, acordaron de enviar un mensajero a la diosa su madre, diciendo que,
pues los había desechado de sí y desterrado, tuviese por bien darles licencia,
poder y modo para criar hombres, para que con ellos tuviesen algún servicio.
Y la madre respondió: que, si ellos fueran los que debían
ser, siempre estuvieran en su compañía; más pues no lo merecían y querían tener
servicio acá en la tierra, que pidieran a Mictlantecuhtli, que era el señor o
capitán del inframundo, que les diera algún hueso o ceniza de los muertos
pasados, y que sobre ello se sacrificasen, y de allí saldrían hombre y mujer
que después fuesen multiplicando.
Como el pedernal se utilizaba para producir fuego, era un
elemento fundamental para los pobladores del México antiguo, quienes llegaron a
deificarlo. Se pensaba que el pedernal y la obsidiana se encontraban en los
lugares en que caían los rayos y por ello su creación se atribuía al dios de la
lluvia.
Las navajas de pedernal también eran representadas con
atributos humanos, frecuentemente con una amenazante boca abierta como indicio
de su habilidad para cortar la carne.
Es posible que ltztlacoliuhqui- Ixquimilli, el dios de los
castigos, la helada y el castigo a los adúlteros, fuera representado como uno
de esos pedernales personificados.
El cuchillo utilizado en los sacrificios humanos era
llamado técpatl y se le atribuía vida propia. Además, técpatl era el signo
decimoctavo del tonalpohualli, uno de los cuatro portadores del año, y se
encontraba asociado al rumbo norte del universo.
#5 EL MITO DE QUETZALCÓATL
Se ha dicho que Teotihuacán fue creada por un pueblo
anterior al tolteca del que nada se sabe. Los datos legendarios recogidos
afirman que las pirámides fueron hechas por los dioses que vivían en
Teotihuacán en una época remota en que no existían hombres en la Tierra, y que
para crear al género humano fue necesaria la creación del quinto Sol. Pero da
la casualidad de que ese quinto Sol está simbolizado por Quetzalcóatl, y todos
los documentos señalan la paternidad tolteca de este mito.
Si de los toltecas han quedado tan profundas huellas, y los
supuestos teotihuacanos son una invención a falta del menor indicio que les
adjudique la construcción de Teotihuacán, será lícito recordar lo que la
Historia nos ha enseñado más de una vez: que las grandes obras sólo a grandes
pueblos corresponden, y que las ruinas más importantes de México sólo pueden
ser debidas al pueblo pre-coloniales que nos ha dejado ejemplos de mayor
potencia espiritual creadora: los toltecas.
En el principio, era el hombre.
Sahagún relata que “En esta ciudad (Tollán) reinó muchos
años un rey llamado Quetzalcóatl. . . que fue extremado en las virtudes
morales”.
En efecto; las fuentes históricas hablan de un señor de los
toltecas, y a juzgar por sus obras y por su concepto de la existencia, “la más
grande figura en la Historia antigua del Nuevo Mundo”.
Nos encontramos, pues, una vez más, con la deificación tras
de su muerte de un ser humano de excepcionales cualidades. No sabemos cuál fue
su nombre antes de ser convertido en dios, ya que como después veremos,
Quetzalcóatl (que quiere decir Serpiente Emplumada, Serpiente Alada o Pájaro
Serpiente) es un nombre simbólico que explica, justamente, la esencia de su
doctrina. Pero lo que sí conocemos es lo que perduró en la memoria de los
pueblos posteriores en relación con lo que él hizo en bien de los humanos.
Alfonso Caso, en su obra El pueblo del Sol, dice así:
“Les enseña (a los hombres) la manera de pulir el jade y
otras piedras preciosas y de encontrar los yacimientos de estas piedras; a
tejer las telas policromas; a fabricar los mosaicos con plumas de quetzal, del
pájaro azul, del colibrí, de la guacamaya y de otras aves de brillante plumaje.
Pero, sobre todo, enseñó al hombre la ciencia, dándole el medio de medir el
tiempo y estudiar las revoluciones de los astros; le enseñó el calendario e
inventó las ceremonias y fijo los días para las oraciones y los sacrificios.”
Su nacimiento forma parte ya del propio mito, del cual hablaremos después. Pero vale la pena señalar lo que cuenta la leyenda para comprender cómo la excelsitud de su vida auténtica hizo que después se quiso que naciese de la pureza misma.
Así, los Anales de Cuautitlán afirman que la madre de
Quetzalcóatl lo concibió porque se tragó un chalchihuitl (una especie de jade).
La doctrina de Quetzalcóatl.
Todo es dualidad. En todas las cosas existen dos rostros.
En todo lo creado se encuentra un cimiento material y una chispa de espíritu
divino. La historia de la creación del mundo, tal como aparece en el mito de
los Soles, es el relato de la ascensión de la Naturaleza a través de las
destrucciones sucesivas de lo imperfecto. Los principios mismos de la vida, los
elementos contrarios simbolizados por el agua y el fuego, se unen para que la
Tierra nazca. El hombre, que es también en la religión tolteca el rey de la
creación, está igualmente formado por la materia y por el espíritu, y su más
alto objetivo es alcanzar la unión de estos elementos que viven juntos en su
cuerpo.
La vida del hombre no es más que una lucha permanente entre
la materia y el espíritu, por alcanzar la unidad purificadora que le permitirá
llegar al dios supremo, el padre Sol, el rey de los que vuelven triunfantes al
centro de su origen divino. La victoria de la materia o del espíritu decidirá
el fin de su destino, cuando el hombre arribe a la hora de su muerte. Si la
vencedora es la materia, el espíritu quedará aniquilado. Si por lo contrario
queda vencedor el espíritu, el cuerpo (según la certera expresión de los
antiguos textos) “florece”, se incorpora el Sol y aumenta la luz purísima de
éste con la aportación de su pureza.
Así como al hombre amenaza siempre el peligro del triunfo
final de su materia y la destrucción de su espíritu, de igual manera el padre
Sol, creador de todo lo existente, puede morir aniquilado si no recibe de los
hombres el alimento espiritual que son las almas triunfantes a la hora de la
muerte. El Sol presta a cada hombre parte de su propia luz. Si los hombres no
derrotan su parte material, les será imposible devolver a su creador la pureza
luminosa que les fue prestada. En este caso el Sol puede morir debilitado por
esta entrega generosa de su luz, que la maldad destruye en los hombres sus
hijos y que, por tanto, no puede regresar a él.
Como podemos ver, estamos ante una doctrina religiosa de la
más alta jerarquía, ya que el hombre está obligado a vivir una existencia pura,
devota, consagrada a la mayor gloria de dios.
Quetzalcóatl en la forma de serpiente
El rey de la antigua Tollán pasa a ser ya dios y hombre, mucho más lo primero que lo segundo. La leyenda mítica lo sitúa gobernando a su pueblo con su sabiduría extraordinaria y su pureza ejemplar. Tan puro era el rey de los toltecas que prácticamente carecía de cuerpo material, y gracias a ello no podía caer en el pecado.
Pero he aquí de nuevo la presencia de un contrario, hermano
y enemigo suyo al mismo tiempo, señor del Cielo Nocturno y símbolo de la impura
materia. Este dios terrenal y humano era Tezcatlipoca, y su misión fue lograr
que el rey Quetzalcóatl, que había nacido puro, recorriese también su propio
sendero de amargura, pecase y venciese al pecado, para alcanzar como los
hombres elegidos la perfección y el camino de retorno hacia el Sol. He aquí la
historia de su caída.
Tezcatlipoca, junto con otros dioses, dijo: “Hagamos
pulque; se lo daremos a beber para hacerle perder el tino y que ya no haga
penitencia.” Y agregó el dios del Cielo Nocturno: “Yo digo que vayamos a darle
su Cuerpo.”
¡Qué profundo sentido tiene esto! Devolver a Quetzalcóatl
su cuerpo era darle una condición puramente humana, propensa, por tanto, a
escuchar la oscura llamada de su parte material. Es arrancarle el predominio
del espíritu y dejarlo entre las asechanzas del mal en condiciones semejantes a
las de cualquier hombre.
Tras acordar ambas cosas, Tezcatlipoca envolvió un espejo,
pidió permiso en la puerta del palacio para ver al rey y cuando estuvo ante él,
le dijo:
—Quetzalcóatl, yo te saludo y vengo a hacerte ver tu
cuerpo.
—¿Qué es eso de mi cuerpo? —preguntó el rey de Tollán.
Entonces, Tezcatlipoca desenvolvió el espejo y se lo puso
al rey ante el rostro.
—Mírate y conócete.
Quetzalcóatl contempló su cuerpo por vez primera y recobró
así su condición puramente humana. Después, a instigación de su enemigo, se
emborrachó, y durante su embriaguez cometió el pecado carnal con la bella
Quetzalpétatl.
Quetzalcóatl y Tezcatlipoca
Cuando al día siguiente despertó lloró por su desgracia,
empezó a cantar una triste canción y tras de él cantaron tristemente sus servidores.
Después les dijo:
—Voy a dejar mi pueblo, me voy. Mandad que hagan una caja
de piedra.
Labraron, pues, una especie de sarcófago y Quetzalcóatl
estuvo acostado en él durante cuatro días. Se levantó entonces y ordenó:
—Vámonos. Cerrar por todas partes y esconder las riquezas y cosas placenteras que hemos descubierto y todos nuestros bienes.
Después, dicen los Anales de Cuautitlán, “llamó a todos sus
pajes y lloró con ellos. Luego se fueron a Tlillán Tlapallan, el quemadero . .
.”
Y “habiendo llegado a la orilla celeste del agua divina (es
decir, a la orilla del mar) se paró, lloró, cogió sus arreos, aderezó su
insignia de plumas y su máscara verde . . . Luego que se atavió, él mismo se
prendió fuego y se quemó… Se dice que cuando ardió, al punto se encumbraron sus
cenizas, y que aparecieron a verlas todas las aves preciosas que se remontan a
visitar el cielo … Al acabarse sus cenizas, al momento vieron encumbrarse el
corazón de Quetzalcóatl… Decían los viejos que se convirtió en la estrella que
al alba sale … (y por eso) lo nombraron Señor del Alba. Decían que cuando él
murió, sólo cuatro días no apareció, porque entonces fue a morar entre los
muertos … A los ocho días apareció la gran estrella que llaman Quetzalcóatl. Y
añadían que entonces se entronizó como Señor”.
He aquí cómo Quetzalcóatl, tras de haber pecado como
hombre, alcanza su fusión en el padre Sol gracias a su propio sacrificio, al
triunfo final de su espíritu sobre la materia en las llamas purificadoras del
fuego. Quetzalcóatl subió al cielo y se convirtió en la estrella Venus.
#6 LA VEJEZ DE CÉ ACATL TOPILTZIN QUETZALCÓATL
Las causas que motivan la salida de Quetzalcóatl difieren
en cada versión. Según los Anales de Cuautitlán, Ce Ácatl no quería obedecer a
los hombres-búho en cuanto a realizar sacrificios humanos. En el relato del
Códice Florentino, Quetzalcóatl y los toltecas se fueron debilitando.
La primera versión parece interpolada por un narrador ya
influenciado por valores cristianos. En efecto, queda históricamente,
iconográficamente y arqueológicamente establecido que se realizaban sacrificios
humanos en Tollan en tiempos de Quetzalcóatl.
En la segunda, el rey-sacerdote Quetzalcóatl se fue
relajando, debido a la vejez, lo que corresponde a la dinámica narrativa del
mito. Según el narrador, este “relajamiento” correspondía a una decadencia que
se extendía a todos los toltecas e iba a determinar la destrucción de Tollan.
En ambos casos, las causas aducidas parecen representar versiones anecdóticas
propias de los narradores, pertenecen a la enunciación mas no al enunciado, y
por tanto son irrelevantes en términos mitológicos.
No es el hecho de no querer realizar sacrificios humanos,
ni la decadencia del pueblo tolteca los que determinaron la salida de Ce Ácatl
Topiltzin Quetzalcóatl hacia Tlillan, Tlapallan, sino la avanzada edad del rey.
El encuentro con Tezcatlipoca narrado anteriormente dónde
quiere ver a Quetzalcóatl para mostrarle su cuerpo. Éste a su vez lo está esperando
desde hace tiempo. Tezcatlipoca saca entonces el espejo que tenía envuelto y se
lo da a Quetzalcóatl para que se mire en él. El hecho de que el rostro del rey
se reflejara en el espejo de Tezcatlipoca era la señal inconfundible de su
muerte próxima.
Al darle el espejo Tezcatlipoca, le dice: ximiximati,
“conócete a ti mismo”. Conocerse es, en este contexto, más allá de la vejez,
tomar conciencia de la finitud de la existencia, de la mortalidad del ser y de
la necesidad de partir, es decir, de morir.
En la versión del Códice Florentino, Quetzalcóatl describe
el estado físico en que se encuentra:
“Por todas partes me
duele. Ya no puedo mover mis manos, mis pies. Está agotado mi cuerpo, como que
se desbarata”.
La necesidad de irse. Ya viejo, Quetzalcóatl tiene que
dejar el poder, tiene que morir. Irá a Tlillan, Tlapallan, Tlatlayan donde
aguarda un anciano.
“Un señor aguarda allá, un señor viejo. Ustedes conversarán y cuando regreses otra vez te volverás un niño”.
En nuestra perspectiva, el señor viejo con el que
“conversará” Quetzalcóatl es Huehuetéotl, el dios del fuego, o sea la pira
funeraria, tlatlayan, donde arderá el cadáver del rey. Después de la
incineración de su cuerpo, “se volverá un niño” es decir, volverá a renacer.
#7 CAIDA Y ABANDONO DE TULA
Después del ataque de fuerzas sobrehumanas, la ciudad de
Tollan se queda sin defensa posible, pues quien podría protegerla en el plano
ritual ha quedado desacreditado sin remedio.
Por tanto, Quetzalcóatl debe emprender la huida. Al
respecto dicen los informantes de Sahagún que “se desasosiega, se desconsuela,
luego recuerda que ha de irse, que ha de abandonar su ciudad, Tula”. Procedió a
enterrar y ocultar los preciados bienes de los toltecas, desde los excelsos
edificios hasta las joyas y las piedras preciosas, “se dice que todo lo
escondía, su Casa de oro, su Casa de coral, y aún más, los bienes de los
toltecas, los objetos maravillosos, los objetos preciosos; todo lo enterró,
todo lo ocultó, allá en los lugares que son difíciles, o dentro de los cerros,
o en las barrancas”.
Toda la ciudad fue perdiendo su esplendor, y todo lo que
fuera la gloria material de la urbe se desvaneció, los edificios se
abandonaron, los objetos artísticos se ocultaron, hasta la naturaleza abandonó
a Tula, ya que “en ese tiempo los árboles de cacao se convirtieron en
mesquites; y todos los pájaros preciosos, el ave quetzal, el ave de turquesa,
el tlauhquechol, primeramente, los envió a todos por delante”.
Se trata de las aves emblemáticas de las riquezas de la
ciudad, ahora su salida es símbolo de que los días de prosperidad de los
toltecas han terminado para siempre.
Aquí hay que resaltar el episodio en el cual los magos
encabezados por Tezcatlipoca interceptan a Quetzalcóatl en plena huida y lo
obligan a entregar la toltecáyotl , o “toltequidad”.
Para los antiguos nahuas, la toltecáyotl era todo aquello
propio de los toltecas y que los distinguía como pueblo, esto es, sus
habilidades artísticas y sus conocimientos. Cuando los ancianos indios decían
que Tezcatlipoca y Huitzilopochtli robaron a Quetzalcóatl la toltecáyotl, están
indicando que los toltecas habían sido despojados de su herencia cultural para
que ésta fuera entregada y disfrutada por los grupos protegidos por los dioses
vencedores, es decir, los pueblos nahuas sucesores de Tula, entre ellos los
propios mexicas.
Al despojarlo de la herencia cultural de la toltecáyotl, Tezcatlipoca y los magos divinos habían obtenido su triunfo final sobre Quetzalcóatl, pues “ellos lo vencieron del todo, lo obligaron a dejarlo todo, se lo quitaron todo”. Se trata, en suma, de la destrucción de lo mejor de Tula, la pérdida de sus riquezas, el fin de la naturaleza prodigiosa y de su trabajo artesanal, así como del abandono de su sacerdote, gobernante y dios: Quetzalcóatl.
Como muestra final de la destrucción de la prodigiosa
ciudad de los toltecas, puede leerse el siguiente pasaje de la huida de
Quetzalcóatl, donde se detiene para sentir su pena: “Luego por eso mira a Tula
y en seguida llora por eso; así como que llora sollozando, ya lloviznan las
lágrimas como si fueran granizos; se extienden en su rostro las lágrimas; por
eso, al escurrirse las lágrimas se perforó la piedra”. Ésta es una de las
imágenes más fuertes del dolor por la ciudad perdida.
Después Quetzalcóatl llegó hasta la costa, donde se embarcó
hacia el horizonte en una barca de serpientes o, según una fuente, hizo una
hoguera con la misma barca y se inmoló en ella.
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Bibliografía
Tomado de Miguel Pastrana Flores, “Tezcatlipoca contra Quetzalcóatl
en la caída de Tula”, Arqueología Mexicana núm. 112, pp. 30-35.
El mito de Quetzalcóatl (2020). Recuperado de Mitos y
Relatos.
https://mitosyrelatos.com/america/mitologia-mesoamericana/el-mito-de-quetzalcoatl.















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